sábado, 25 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 44


Nuestro amigo Franco ha dejado hoy en su magnífico blog Vellohomo una seductora entrada con el nombre de Belleza exótica. Las fotografías que ha subido de fascinantes hombres me han recordado ciertas experiencias que tuve en el hamman hace unos años.

El trabajo que tenía entonces me llevó a tener un estrecho contacto con el mundo árabe. Me desplace a varios países junto a compañeros de trabajo, aunque solo pudimos visitar el Hamman en dos ocasiones, en dos viajes distintos y en dos países diferentes. En las dos visitas que realizamos a los baños, el único que vivió una situación un tanto especial fui yo. Ya no sé si es que lo atraigo o es que le doy demasiada importancia a las cosas.


La primera vez que estuve en un Hamman fue a primera hora de la mañana, antes de iniciar las reuniones de trabajo. Era el último día de nuestra estancia en el país y si no era a esa hora ya no podríamos ir. Lo habíamos hablado entre nosotros y teníamos mucho interés en descubrir las sensaciones que ofrecía. Éramos cuatro los compañeros que nos acercamos acompañados por el guía que nos había asignado la empresa. Cuando llegamos nos ofrecieron un pareo de tela fina y unas chanclas. Nos desnudamos en unos rudimentarios vestuarios y nos anudamos el pareo.

Pasamos los cinco al interior, accediendo a una gran sala con cúpula de la que se pasaba a otras salas menores. Una de esas salas es la caliente donde nos dejaron un tiempo con el fin de que se fuesen abriendo los poros de la piel con la sudoración, de esa forma se eliminan las toxinas. Pasado un tiempo en el que estuvimos conversando muy animadamente, dos chicos nos llamaron a dos de nosotros para comenzar la limpieza-masaje, ya que en realidad lo que hacen es frotarte con agua y jabón todo el cuerpo.

El que parecía llevar las ordenes, me señalo a mí y asigno a uno de mis amigos a su compañero. Cada uno ocupó su sitio. A mí me tocó tumbarme en una especie de altar bastante grande que había en el centro, mi amigo lo hizo en otro más pequeño pegado a la pared.



Un té bien caliente nos reconforto antes de vestirnos. Al salir pregunte a mis amigos que tal les fue con el otro chico que daba los masajes y con el mismo que me lo dio a mí y para mi sorpresa cuando fueron a darles el masaje craneal dieron un rodeo para no pasar por encima de ellos. Tampoco se les soltó el pareo. Cuando me dijeron por qué lo preguntaba, contesté que por simple curiosidad. Saben que soy muy observador, por lo que supieron que había percibido algo que ellos no fueron conscientes. No pude evitar sonreír y pensar que las concisas palabras del masajista en mi idioma pudiesen encerrar algo más.

La segunda ocasión que visite un Hamman fue en otro país. La situación fue más o menos la misma, solo que en esa vez el chico que asignaron para dar el masaje arrugó mi pareo un poco más arriba de las rodillas, dejando todo mi culo expuesto. Fue antes de comenzar el masaje de espaldas, toda una delicia como frotaba y masajeaba mi cuerpo. Antes de pedirme que diese la vuelta puso el pareo de nuevo en su sitio. Una vez más pregunte a mis compañeros que tal les fue. Todos dijeron que fue maravilloso, pero a quienes les toco el mismo masajista no les bajo el pareo por debajo del culo. Cuando se lo conté no daban crédito tal y como reflejaban sus caras, diciendo entre risas que eso es que le había gustado mi trasero.

Anécdotas que recuerdo placenteramente estando confinado en casa. La primera vez fue muy morbosa y creo que si hubiésemos estado solos el chico se hubiese atrevido a algo más. Luego pensé que yo mismo le había dado pie al no anudarme el pareo cuando se abrió dejándome desnudo sobre aquella especie de altar de mármol. Es más, el me eligió y estuvo en todo momento muy pendiente de mí.  Hay que ver lo que hacen los nervios, en ocasiones nos dejan sin capacidad de reaccionar. En cambio, en la segunda ocasión, creo que la profesionalidad del chico hizo que me diese el masaje como debe hacerse en realidad. Son muchos los nervios y músculos que pasan por nuestras nalgas y es un placer que te las masajeen, jejeje.  Lo curioso es que, de los cinco que fuimos, en las dos ocasiones solo viviese yo algo diferente. El guía ni se enteró, pues no pretendía causar problemas a los masajistas.

Espero volver algún otro día. Ya os contaré que ocurre esa vez, si es que se produce algún hecho que se salga de lo habitual. Abrazos de piel.

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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente





6 comentarios:

  1. Que linda experiencia amigo, mientras la leía e iba imaginando la situación, hasta me llegue a poner duro. Gracias por compartir estas experiencias. NACHO

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    1. Fue una experiencia muy saludable, espero repetirla otras veces. Abrazos.

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  2. Experiencias como éstas enriquecen el conocimiento de otros mundos, al tiempo que ayudan a consolidar nuestra personalidad, si es que queda algún resquicio por confirmar, a mis -¿nuestros?-años de esa personalidad.
    Aquí en Córdoba ( en la española, Nacho) y creo que tambien en Jaen hay hammans similares a los de los países árabes.
    Excelentes y eróticas experiencias, Germán.
    Gracias por compartirlas. Saludos a todos los compañeros y a tí. Un abrazo. Henri.

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    1. Así es Henri, en España hay baños árabes antigüos abiertos al público como los que tu señalas y otros de nueva construcción como el que hay en la calle Atocha de Madrid. Su precio es un poco prohibitivo para visitarlos con asiduidad. Los de los países árabes son mucho más asequibles y con el aliciente de un ambiente muy auténtico. Abrazos.

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    2. En Atocha?. Yo vivo a diez minutos caminando de la calle Atocha y no me había enterado. Gracias por comentarlo. Un abrazo Germán. Henri.

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    3. En la calle Atocha, pasada la plaza Jacinto Benavente hay un Hamman para hombres y mujeres. En Madrid había también un spa nudista, pero hace un par de meses derivó a local liberal, una lástima. Y si te apetece un buen masaje en Madrid hay uno de los mejores. Saludos Henri.

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