viernes, 22 de febrero de 2019

El abrazo del oso





No sé vosotros, pero hay días en los que necesito unos brazos fuertes que me abracen, sentirme resguardado entre ellos, estrechado, hasta dejarme estrujado. Es mi forma de sentirme querido.

De pequeño cuando los mayores me decían “cuanto me quieres”, les abrazaba todo lo fuerte que podía, haciendo ellos lo propio, lo que me hacía sentirme el niño más feliz del mundo, querido y protegido.

Tal vez por ello, me gusta que me abracen con fuerza por unos segundos, como un abrazo de oso. Y si esos brazos son fuertes, velludos con unas manos grandes y potentes, mucho mejor. Unas manos que han de pertenecer a un hombre seguro de que sabe lo que hace, amar sin resquicios.


Soñar, desear, ansiar es también vivir.


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