sábado, 6 de julio de 2019

Verano de placeres ensoñados



Tengo un poco abandonado el blog, Desde mayo no publicaba. La falta de tiempo junto a una tranquilidad encontrada me ha apartado de estas líneas que tanto me han dado. He de intentar escribir con más proximidad. Sigue ayudándome a sentirme vivo.

Este año el verano ha llegado sin avisar, envuelto en un calor sofocante, tórrido, demasiado caliente. Apetece dejarse vencer al borde del mar ensoñando en placeres que difieren de la realidad existente o tumbarse bajo las aspas de un ventilador que remueven el aire de la habitación refrescando el deseo de verse sumido en los brazos de un hombre.



Esta foto me recuerda esos instantes en los que nuestro pensamiento vuela en horizontes cerrados por nosotros mismos. No quiero ser cansino, contando de nuevo deseos y anhelos no realizados, pero todo tiene un porqué. Aunque no he publicado, he estado en contacto con amigos que al descubrir el blog han encontrado un bálsamo a sus inquietudes. Están casados con mujeres como yo, aunque ellos ya entrados en la cincuentena no han experimentado el abrazo de un hombre. Piensan en ello, lo desean desde el secretismo de su cuerpo, pero lo temen entre miedos y desasosiegos. Como ya hemos hablado otras veces en el blog, se sienten encerrados en un ascensor que sube y baja a voluntad de sus ondulantes mentes, haciéndoles sufrir hasta sentir dolor emocional.
Ahí estamos, sin saber como reaccionar ante la dualidad que nos ofrece la vida. No somos gay, no somos heteros, somos hombres con sentimientos encontrados que al aceptarlos descubrimos el sosiego en nuestros corazones.

Aceptar no significa lanzarse a los brazos de alguien, simplemente es conocerse sabiéndonos diferente. Un hombre puede desear a otro sin ejecutar nunca su deseo, viviéndolo desde su silencio. Solo existe en su mente, en su piel, en las caricias de sus manos o en los besos de sus labios, lo persigue y lo anhela, pero no lo encuentra porque teme hacerles daño a la mujer que ama, a los hijos que adora y a una sociedad que tal vez no le entendería. Antepone todo a él mismo.

Este verano cuando busquemos refrescar la mente de los calores estivales, hagámoslo con el sentimiento puesto también en nosotros mismos. Estoy seguro de que, si lo hacemos, veremos como el mundo toma los colores de la pasión y la vida.

Recuerdo una frase de Lili, la protagonista real en la que se inspiró la película La chica danesa. Le escribió a su hermana expresándole como se sentía ante la transformación que estaba teniendo su cuerpo por las operaciones de cambio de sexo. Le dijo que estos catorce meses son los más felices de mi vida. No hubo más, pues tristemente falleció tras una de las operaciones. Lo bello de su historia es que consiguió ser feliz.


¡Sed felices!
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