jueves, 30 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 49


Abril se va sin apenas sentirlo. No ha habido tiempo para más. Los ritos han sido cambiados por otros. Las nostalgias se han venido a vivir conmigo.

En todo el mes solo he salido de casa una vez para ir al supermercado y la panadería. Me he encerrado en mi hogar haciéndolo más mío que nunca. La casa y yo nos hablamos desde los silencios, aunque alguna que otra vez, me ha oído razonar alto. Es una forma de darse ánimos, de decirse a uno mismo, ¡adelante!

Lo curioso es que no me he sentido solo. Han pasado treinta días como si fuera uno. Unos días en los que he viajado con vosotros por medio mundo. Un mundo confinado en casa o aletargado en su destino.

El blog me dice que viajo asiduamente recorriendo mi país, España, y muchas veces por EE UU, Argentina, Francia, México, Alemania, Suiza, Brasil, Reino Unido y Canadá, también me susurra que he viajado por Japón, India, Grecia, Dinamarca, Austria, Holanda, Italia, Venezuela y Colombia. Además, comenta que me he perdido en otros países que no salen en sus mapas, pero que yo sé que están ahí. Para vuestra tranquilidad desconozco ubicaciones y quien está al otro lado. Solo conozco la de aquellos que me escribís o compartís esos datos con todos los que viajamos juntos. La complicidad es la base de nuestro viaje.

Ya veis que teniéndoos a vosotros no podía sentirme solo. Este viaje es mucho más que un viaje, son nuestras emociones, sensaciones y sentimientos. Son vidas de un lado que no dejan de sentir su espacio en su otro sitio. Y aunque solo os puedo entregar la sonrisa de mis ojos y mi abierta mano, si puedo deciros gracias por ser y estar. Abrazos y besos viajeros del mundo.





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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente










miércoles, 29 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 48





Buscando una foto para acompañar mi entrada, he reencontrado este dibujo que guarde al principio del confinamiento. Cuarenta y ocho días y aún seguimos amordazados por este coronavirus, quedan tres para que me dejen salir a pasear una hora. Y si me porto bien, poco a poco dejarán que retome mi “nueva vida”. Todo me suena a burla, a irreverente chanza. Vamos hacía un mundo cada vez más controlado en el que ni ellos mismos saben qué hacer. Un mundo en el que hasta los vecinos se han convertido en custodios del orden creyéndose los buenos. Es la teoría del caos.

Yo sé que aún me quedan días para amar, para abrazos y besos, para sentir. Y si bien quedan días que nos atan las ganas, no pueden con los deseos, los apetitos y la esperanza de tener tu sonrisa, aunque sea amordazada.

Como dice Louis Madeira, en tiempos de máscaras hace la diferencia saber sonreír con los ojos.

Esa es la diferencia que siempre he buscado en la gente, la sonrisa no está en la boca, son los ojos los que descubren la sinceridad de esa sonrisa.



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martes, 28 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 47


Sentado en la distancia de mi encierro te invoco en esta primavera de sol enredado entre nubes. Lo hago como lo haces tú, llamando desde el deseo.

Rompo el tiempo para abrirme a ti, dejándome expuesto para saciar tus apetitos que vienen desde lejos. Ya en el sitio, me miras con tantas ganas que no miras sin que tus manos quieran equilibrar mi cuerpo.

Estremece tanto tiempo sin ti, por eso yo quiero con demasiada prisa que te arrodilles para que alces mi balanza con tus labios que abrazan en delicias. Me serenas con tus ojos de lluvia, antes tus dedos quieren dejar huellas en mi piel, erizando los vellos hasta el placer más sentido.

Sentado sobre mis abiertos muslos tu boca busca mi boca. No hay equilibrio, tan solo avidez. Prietos los ánimos, nos fundimos en uno solo llenando tus accesos de mis húmedas carnes. ¡Cómo me gusta que cabalgues a tu potro con pasión desbordada! Blancos gemidos anuncian el estallido de los amantes que abrazan el momento. No quieren que suene la hora, solo quedarse en su tiempo.





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lunes, 27 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 46


Con el buen tiempo me gusta escribir desnudo. Es placer en libertad. Cuando lo hago, pongo una toalla en la silla más que nada por higiene, y me dejo llevar por sensaciones encontradas en una foto, en la prensa, en un pensamiento o en un recuerdo. Nunca me siento delante del ordenador con una idea clara de lo que voy a escribir. Ahora mismo no tenía previsto hablar de este tema, hasta que he visto esta fotografía que me ha recordados aquellos deliciosos momentos.


Son deliciosos, porque si los textos son muy eróticos llego a excitarme, y como uno no es la pantalla del ordenador, las caricias siguen en movimientos de caderas, hasta que mis manos agarran con fuerza mi virilidad desatada para que se derrame en placeres deseados. Las palabras actúan con más poderío en mí que una escena de sexo. Hacen que evoque momentos maravillosos de mi vida, en los que los sueños no son tan sueños ¿o sí?

Está claro que la desnudez no tiene porqué invitar al sexo, pero lo alienta cuando la conciencia así lo requiere. Es otra forma de felicidad apetecida. Cuidaros en este tiempo tan desconsiderado.




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domingo, 26 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 45




¡Escandalosas!, indignantes las imágenes que henos visto en los medios de comunicación y en las redes sociales del primer día de salida de los niños en España tras 42 días de cuarentena. No se puede ser más irresponsables. Y en este país por lo que se ve muchos lo son.

Por no hablar de otros sitios, voy a referirme a la ciudad en la que vivo, Valencia. Niños jugando partidos de fútbol en el Jardín del Turia, calles llenas de padres que se saltan la cuarentena haciendo corrillos, hasta alguno se ha bañado en ríos o en la playa llevándose incluso la neverita. No hemos entendido nada, y lo que es peor algunas autoridades  municipales tampoco, al levantar el acceso a espacios públicos como zonas de juego o playas. 

El maquillaje que se ha hecho de las cifras oficiales de víctimas con la falta de un dato real de muertos ha hecho creer a muchos irresponsables e incívicos ciudadanos que todo va mejor. A la vista de tanto caos no puedo ni imaginar que pasará a partir del día 2 de mayo, cuando podamos salir los adultos a hacer deporte. Más de uno se irá corriendo o pedaleando a las zonas de cruising a pillar cacho, sin pensar del riesgo que ello conlleva no solo para él, también para su entorno. Claro, que como los que más lo sufren en el trabajo son ese grupo llamado de trabajadores esenciales que ademas de los ancianos se contagian como conejos y no formo parte de ese grupo, pues de ahí la insensatez de muchos que desde casa se creen inmunes, aunque la realidad es que sigue habiendo muchos contagios. Hay que ser más solidarios.

Los aplausos en los balcones me parecen ahora hipócritas. Más nos vale no levantar la guardia. Con el comportamiento demostrado por tanto necio, el virus va a quedarse con nosotros bastante tiempo. Demasiado cariño le estamos dando.

Siento amigos haberos trasmitido mi indignación, hoy el morbo solo nos lo da quedarse en casa recordando besos y abrazos de otro tiempo.

Os dejo un enlace del periódico El Mundo para que veáis tamaña irresponsabilidad: 
https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2020/04/27/5ea5ca9221efa040448b461a.html


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sábado, 25 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 44


Nuestro amigo Franco ha dejado hoy en su magnífico blog Vellohomo una seductora entrada con el nombre de Belleza exótica. Las fotografías que ha subido de fascinantes hombres me han recordado ciertas experiencias que tuve en el hamman hace unos años.

El trabajo que tenía entonces me llevó a tener un estrecho contacto con el mundo árabe. Me desplace a varios países junto a compañeros de trabajo, aunque solo pudimos visitar el Hamman en dos ocasiones, en dos viajes distintos y en dos países diferentes. En las dos visitas que realizamos a los baños, el único que vivió una situación un tanto especial fui yo. Ya no sé si es que lo atraigo o es que le doy demasiada importancia a las cosas.


La primera vez que estuve en un Hamman fue a primera hora de la mañana, antes de iniciar las reuniones de trabajo. Era el último día de nuestra estancia en el país y si no era a esa hora ya no podríamos ir. Lo habíamos hablado entre nosotros y teníamos mucho interés en descubrir las sensaciones que ofrecía. Éramos cuatro los compañeros que nos acercamos acompañados por el guía que nos había asignado la empresa. Cuando llegamos nos ofrecieron un pareo de tela fina y unas chanclas. Nos desnudamos en unos rudimentarios vestuarios y nos anudamos el pareo.

Pasamos los cinco al interior, accediendo a una gran sala con cúpula de la que se pasaba a otras salas menores. Una de esas salas es la caliente donde nos dejaron un tiempo con el fin de que se fuesen abriendo los poros de la piel con la sudoración, de esa forma se eliminan las toxinas. Pasado un tiempo en el que estuvimos conversando muy animadamente, dos chicos nos llamaron a dos de nosotros para comenzar la limpieza-masaje, ya que en realidad lo que hacen es frotarte con agua y jabón todo el cuerpo.

El que parecía llevar las ordenes, me señalo a mí y asigno a uno de mis amigos a su compañero. Cada uno ocupó su sitio. A mí me tocó tumbarme en una especie de altar bastante grande que había en el centro, mi amigo lo hizo en otro más pequeño pegado a la pared.



Un té bien caliente nos reconforto antes de vestirnos. Al salir pregunte a mis amigos que tal les fue con el otro chico que daba los masajes y con el mismo que me lo dio a mí y para mi sorpresa cuando fueron a darles el masaje craneal dieron un rodeo para no pasar por encima de ellos. Tampoco se les soltó el pareo. Cuando me dijeron por qué lo preguntaba, contesté que por simple curiosidad. Saben que soy muy observador, por lo que supieron que había percibido algo que ellos no fueron conscientes. No pude evitar sonreír y pensar que las concisas palabras del masajista en mi idioma pudiesen encerrar algo más.

La segunda ocasión que visite un Hamman fue en otro país. La situación fue más o menos la misma, solo que en esa vez el chico que asignaron para dar el masaje arrugó mi pareo un poco más arriba de las rodillas, dejando todo mi culo expuesto. Fue antes de comenzar el masaje de espaldas, toda una delicia como frotaba y masajeaba mi cuerpo. Antes de pedirme que diese la vuelta puso el pareo de nuevo en su sitio. Una vez más pregunte a mis compañeros que tal les fue. Todos dijeron que fue maravilloso, pero a quienes les toco el mismo masajista no les bajo el pareo por debajo del culo. Cuando se lo conté no daban crédito tal y como reflejaban sus caras, diciendo entre risas que eso es que le había gustado mi trasero.

Anécdotas que recuerdo placenteramente estando confinado en casa. La primera vez fue muy morbosa y creo que si hubiésemos estado solos el chico se hubiese atrevido a algo más. Luego pensé que yo mismo le había dado pie al no anudarme el pareo cuando se abrió dejándome desnudo sobre aquella especie de altar de mármol. Es más, el me eligió y estuvo en todo momento muy pendiente de mí.  Hay que ver lo que hacen los nervios, en ocasiones nos dejan sin capacidad de reaccionar. En cambio, en la segunda ocasión, creo que la profesionalidad del chico hizo que me diese el masaje como debe hacerse en realidad. Son muchos los nervios y músculos que pasan por nuestras nalgas y es un placer que te las masajeen, jejeje.  Lo curioso es que, de los cinco que fuimos, en las dos ocasiones solo viviese yo algo diferente. El guía ni se enteró, pues no pretendía causar problemas a los masajistas.

Espero volver algún otro día. Ya os contaré que ocurre esa vez, si es que se produce algún hecho que se salga de lo habitual. Abrazos de piel.

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viernes, 24 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 43


Un amigo argentino quiere compartir con todos los viajeros una imagen suya en desnudez. El agua espera para abandonarse sobre su piel, pero el brillo de su cuerpo expresa ejercicio confinado, pasión de movimientos que anhelan el abrazo de un hombre. Sus manos se recogen en otras buscando los empapados cuerpos. No importa que el sudor se fugue en caricias ajenas, que las lenguas recorran todos los contornos saboreando la exaltada hombría de machos encelados.

El olor transpirado abre caminos de complacencia sin reproches, se derrama en placer, en sexo enarbolado, en excitación anhelada. Una gota resbala por la frente hasta que es atrapada por una lengua juguetona y sedienta de delicias. Como dos animales corpulentos, los mojados vellos se funden impregnados de deseo. Resuellan los apetitos a gusto, sin miradas mal entendidas. La excitación se mueve llenando de delicia los besos abrazados.

De rodillas aspira con ganas hasta que su nariz se cosquillea en gemidos abiertos. Le delata su hambre de hombre impregnado en sudores. Rebaja y resobe el tronco con apetito hasta que su boca se altera con la dulzura del encuentro. 

Más húmedos que nunca se abrazan buscando las bocas aliadas de vida. Ya rendidos a sus cuerpos, se deslizan hasta el suelo unidos en imágenes deseadas, agotados por el ejercicio que estos días nos obligan a hacer fuera de los gimnasios y los paseos arbolados. 


Foto: Nacho




jueves, 23 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 42


Un día del libro atípico sin duda el de este 2020, aunque la verdadera fuerza de esta celebración está en trasladar el amor a los libros, y no necesita de fechas en el calendario ni mucho menos de maliciosos virus. Hoy no es el día internacional del libro por ser la fiesta de ninguna región española o la celebración de un conocido santo, conmemoramos el fallecimiento de tres grandes de la literatura universal ocurridos el mismo día del año de 1616. Curiosamente Miguel de Cervantes falleció realmente un 22 de abril, aunque fue registrada su defunción como producida un 23 de abril de 1616, mientras que William Shakespeare murió un 23 de abril del calendario juliano, no del gregoriano, el actual, que sería un 3 de mayo. Así que el que realmente falleció un día como el de hoy en Córdoba, España, fue el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en Perú. En homenaje a los tres escritores, la Unesco declaró el 15 de noviembre de 1995 Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor.



Dicho lo anterior, parece que toca hablar hoy de un libro. Estáis en lo cierto, voy a referirme a un libro que sin duda está en nuestro viaje. Al principio del camino, encontré un libro de Antonio Gala con el título La regla de tres. En su trama, un novelista bisexual se retira a una isla para escribir un libro, allí se enamora de una mujer fascinante, pero también de un hombre bastante más joven. La bisexualidad, el amor sin género, el cortejo entre iguales, temas más que atrayentes para mí entonces y ahora, aunque un tanto tabú en mi entorno. Obviamente no me atreví a comprarlo, temía que mi mujer preguntase el porqué de mi interés en el libro.

Pasados unos años lo descubrí en una feria del libro antiguo y lo compré a hurtadillas, escondiéndolo camuflado entre los libros de mi biblioteca. Un día me atreví a comenzar a leerlo estando solo, pero como no me gusta leer de esa forma, volvió a la librería. Estos días he vuelto a retomar su lectura. Como en toda novela que te excite, hay momentos en que te sientes como un personaje de la trama, plenamente identificado con los que se retratan en sus páginas. Aún no he llegado a la mitad del libro, y aunque me gusta no me ha atrapado del todo. Me cuesta leerlo, quizás porque quiera encontrarme en el personaje cuando cada vida es única o tal vez porque quiera saber de antemano como el autor resuelve la vida del protagonista. Demasiadas inquietudes para leer con solo el gusto de la lectura. Es como si creyese que mi vida ha de organizarse según lo que lea.

Foto: Germán Soler

Y es, que en la contraportada hay una frase que me inquieta. Dice: Porque quien en esa regla multiplica ha de estar dispuesto después a dividir.  Está claro que se refiere a la regla de tres que da nombre al libro, y que de un modo u otro también es la regla que da nombre a nuestra vida. En mi inconsciencia no está el dividir, es más me da pánico. Egoístamente prefiero sumar.

Hay libros que nos activan el pensamiento lateral, generando ideas o poniendo orden en nuestra vida. Ahora ya sé por qué me cuesta tanto leerlo.


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miércoles, 22 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 41


Miro por la ventana. Absorto apenas reparo en las siluetas de los árboles o en la desnuda calzada. Vienen a mi recuerdo escenas de otro tiempo. De playas solitarias y deseos desechos. Cuerpos que deambulaban entre los matorrales crecientes de deseo mientras mis pasos me llevaban en busca de la arena sin querer cruzar los bordes del camino.

La tarde iba cayendo con su pausada luz dorada. Tumbado en la arena me llenaba de olor a sal y de espumas que chisporroteaban al romper cerca. El silencio solo era roto por la misma naturaleza o por el paso que otro hombre dejaba buscando su sitio en la playa.

Es entonces cuando me gusta sentarme en la posición del loto y aspirar el mar para que limpie mis entrañas. Dejo la mente en silencio y mi cuerpo se llena de paz. Renovado en abundancia es hora de regresar por la arena hasta el camino de cemento.  

Al dar unos pocos pasos un hombre se masturba con el sol dorando su espalda. Me mira con lujuria y yo le miro sin deseo. Siguen mis pasos sin querer mirar atrás.

Hoy miro por la ventana mirando como mire aquella tarde al hombre que movía su mano con ganas. Las mías han quedado encerradas en sueños.




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martes, 21 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - 40



Lo intento, pero reconozco que no se me da nada bien. Puede que no ponga mucho interés, o sea tanta la ansiedad que no me centro a la hora de cocinar, sin contar con las prisas que me dan cuando estoy en ello. Vamos, que mucho amor no le pongo. Aunque si voluntad, que no como de latas, ni de comida precocinada. Todo lo que compro en el mercado es de lo más natural y fresco. Así que hay que guisar todos todos los días, pero, aunque todo lo que preparo es comestible, y algún plato me ha salido muy rico, ni punto de comparación con la cocina de mi mujer. Estoy mal acostumbrado, lo reconozco. No cocino desde mi época universitaria. Tampoco me ha dejado ella, que guisa excelente. Abre la nevera y con cuatro ingredientes te prepara un plato riquísimo. Es todo un lujo comer en casa cuando ella está. Así y todo, no la echo de menos por ello. Echo en falta los besos, los abrazos, las caricias, su aroma de mujer, que no tiene edad ni tiempo.

Hace un mes y once días que no la veo. Aún me quedan veinte días para sumergirme en sus bellos ojos, en la calidez de su piel. Vuelve a llover. Ensimismado miro como las gotas se agarran al cristal de la ventana. Una vez más pienso que hasta que no llegue a casa no vendrá la primavera en su tiempo de oro.



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lunes, 20 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa -39


El sol ha dado calidez a la mañana. He aprovechado para hacer la última poda y quitar hierbas del jardín. Tantos días de lluvia me han tenido retenido en casa, en un doble confinamiento, el impuesto por el estado de alarma y el mío propio.

Tenía ganas de que el sol me inundase. Hasta me he desprendido de la camiseta, sintiendo sus caricias tibias y acogedoras, recordando otros días de abril en los que desnudo he cuidado el jardín. En esos momentos me siento conectado con la naturaleza, fundido con ella, al igual que me pasa cuando hago senderismo nudista o visito el mar de mis encuentros.

Desnudo frente a la tierra me siento en conexión con mi interior, visible en mi realidad, inundado de la energía que te da el ser único.




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domingo, 19 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa -38


Llueve un día más, nutriendo de vida a la tierra. Estamos en su tiempo, va recuperándose de tantas heridas ocasionadas por los humanos. La hemos despreciado, sangrado, talado, contaminado, esquilmado. Nos hemos sentido sus amos. ¡Qué ingenuos! Nunca lo hemos sido, solo la teníamos en préstamo y no la hemos sabido cuidar. A la fuerza nos hemos dado un baño de realidad. ¡Bueno! Todos no, porque hay quien cree aún que el mundo seguirá igual, anhelando irse de fiesta cuando acabe la cuarentena. Está bien que pensemos en la alegría que nos ha de producir el desconfinamiento, pero con la certeza de que muchas cosas han de cambiar. Hay gente que aún tiene que bailar la danza de la realidad, no es consciente que estar confinado significa estar bajo la vigilancia de la autoridad, y que los protocolos de vuelta a la “normalidad” van a seguir privándonos de nuestra libertad. Una vigilancia que según parece perdurará hasta que encuentren una vacuna eficaz. En España, ya nos van avisando que los abrazos y los besos habrá que dejarlos hasta fin de año, como menos.

Hay voces que afirman que el virus se ha escapado de un laboratorio chino cercano al mercado donde se inició todo. No quiero creer en tanta maldad del hombre. Prefiero suponer que el virus ha mutado de animales a hombres para que la tierra pueda recuperarse de tanto daño. Lo contrario querría decir que miles de millones de personas en el mundo nos vemos confinados en nuestras casas porque alguien quiere convertirnos en ovejas, encerradas en corrales para protegernos supuestamente del lobo-virus. De este modo nos sentimos seguros al calor de la paja sin apenas rechistar. Solo unos pocos, balan angustiosos ante un futuro en el que nuestra libertad pueda estar controlada. Cierto que la salud es lo primero. Cada muerto es como una puñalada en el corazón, cada vida recuperada un atisbo de esperanza. Pero la vida nunca ha de conducirnos a través de la muerte a la perdida de la libertad.

No quiero ser oveja, no quiero que me echen el lazo para anularme, quiero ser un hombre que lucha por la vida de los otros y la propia desde su libertad.




Sí quieres conocer más sobre el magnifico trabajo de Paul Freeman o quieres adquirir algunos de sus libros visita su página web: http://www.paulfreeman.com.au/
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sábado, 18 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa -37



Anoche, un buen amigo me envío la nueva canción de Rozalén, Aves enjauladas. Es una nueva colaboración que hace la cantante con la ONG Entreculturales en su trabajo con familias, mujeres e infancia en situación de riesgo y desigualdad social. La cantante es una mujer entregada a hacer un mundo mejor para todos aquellos que no lo tienen nada fácil.

Reconozco que al recibir la canción la escuche sin más, sin leer el texto adjunto que hablaba de la maravillosa causa a la que van destinados los beneficios que reporte. Sonó, y… ¡Preciosa! Las primeras estrofas de la canción me llegaron a lo más hondo de mi alma:

Cuando salga de esta iré corriendo a buscarte
Te diré a los ojos lo mucho que te echo de menos
Guardaré en un tarrito todos los abrazos, los besos
Para cuando se amarre en el alma la pena y el miedo

Contesté que me había gustado la canción, y que me emocionaron sobre todo las primeras estrofas. Que la sentí muy adentro, con ganas, con sueños... Su respuesta fue clara, “por eso te la envié, es lo que deseo”.

No hacen falta más palabras.



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viernes, 17 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa -36


Hay que ver lo que se ensucia la ropa estando en casa. No sé si es por el cocinar tanto, por comer compulsivamente sin reparar en manchas, o por obsesión en la limpieza.  Así que se hace lavar, tender, planchar, guardar la ropa. Y vuelta a empezar ¡Ufffsss! Más parece que queramos ocupar nuestro tiempo en estas tareas que en ser impolutos.

Si hiciese buen tiempo, iríamos desnudos por casa, evitando lavar tanta ropa, aunque seguro que utilizaríamos más toallas y cubre sofás para no ensuciar las tapicerías. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por el momento seguiremos con nuestros deberes con la casa, que no solo vale ducharse. Tener el hogar limpio te hace sentir mucho mejor.  

En seguida toca lavadora de ropa oscura, que ha de quedar limpia para un nuevo uso. Como decían nuestros queridos payasos de la tele “Así lavaba, así, así…”


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REENCUENTRO

Repasando antiguos correos electrónicos intercambiados con un muy buen amigo hace ocho años, he encontrado esta preciosa fotografía que me e...