En el dintel de la mañana mis
pensamientos vuelan alumbrados por el sol que se cuela por la ventana. Hoy he
dormido solo, y he permitido que mis inquietudes volaran en libertad. Deseaba
que llegara ese momento para perderme en mi otro yo con su efecto liberador. El miedo ya no apestaba mi cuerpo. Estremecía
durmiendo en sueños y deseos de un polvo fácil pero intenso. Por momentos me
llenaban las ganas de tanto apetito oculto, pero al momento desaparecían con la
distante presencia de una melena negra que acariciaba mis sienes.
¡Sí! En la noche podía haber dormido a mi
lado un cuerpo de hombre, sentir su fuerza, su pasión desmedida, su abrazo que
me arropa desbordando mis sentidos. Tenerla lejos me da libertad de
movimientos, pero es tanto lo que siento por ella que quedan anudados con
fuerza. Tal vez no desee como a veces pienso esos abrazos viriles, sino el
delicado y dulce beso de sus amados labios, sus pechos acariciando el vello del
mío, su abierto sexo, apetecido, seducido.
Esta mañana, tras una noche llena de
pasión ensoñada, he despertado pensando que en unas horas volveré a sentir la
calidez des su piel en mi cuerpo.
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