lunes, 31 de agosto de 2020

Mirarse en los ojos de un hombre


Mirarse en los ojos de un hombre es encontrar el lugar guardado, donde el tiempo se acerca para seguir siendo.

Mirarse en unos ojos risueños hace que la boca se arquee convirtiéndose en sonrisa y el cuerpo se erice de felicidad.  

Mirarse en los ojos es descubrir el secreto de un encuentro para nunca más bajar la mirada, para contemplar por siempre la lealtad de dos hombres que se miran con afecto.

Mirarse en los ojos de un hombre es abrazarlo todo, el mundo y su cuerpo entre mis brazos.



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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente








viernes, 28 de agosto de 2020

Verano para reprogramarse


Nunca imagine vivir un verano de tanta soledad y encierro. Hasta ahora los veranos eran estar rodeado de familia y amigos con multitud de reuniones, risas, chapuzones, viajes y mucha fiesta. Y este, se preveía mucho más festivo y bullicioso que anteriores, con maravillosos viajes, celebraciones ancestrales y abundantes reuniones gastronómicas.


Pero llegó el coronavirus cambiando mi verano del 2020 llenándolo de miedo, respeto y precaución.  Hasta que lo he reconvertido en un tiempo de reflexión y reprogramación interior. Con su forzoso parón me ha obligado a ser, a descubrir mi verdadera realidad. Hay que prepararse para nuevos tiempos, reconectarse con la naturaleza, encontrar nuestro camino especial, ser todos y uno a la vez.

No está siendo fácil. En ocasiones las bondades de la vida se descubren tras un tiempo de travesía por el vacío ¡Cuánto daría por tener a mi mujer a mi lado! Juntos hubiésemos caminado mejor, o al menos eso pensaba. Cierto, que estamos lejos en kilómetros, pero es una distancia que puede recorrerse en media jornada, aunque los tiempos no están para gastar en cada viaje tanto dinero con la prueba PCR y costos al ponerse en ruta. En estos momentos es persona de cierto riesgo, de ahí las precisas pruebas. En vez de quejarnos, hemos decidido agradecer esta oportunidad de poner en valor nuestro interior desde la soledad, el que nos hace únicos e irrepetibles, seres perfectos desde la imperfección de nuestros pensamientos.

Todos los días hablamos de nuestros cambios, de nuestros proyectos, de nosotros. El teléfono nos acerca para conversar, el corazón nos mantiene unidos por el hilo rojo del amor.

Hemos de vivir para ser, no para servir a los dictados de la sociedad. Cuidaros ante los nuevos brotes, el planeta Tierra nos necesita.

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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente

viernes, 14 de agosto de 2020

Abrazos a nuestros amigos argentinos


Acabo de leer en la prensa española noticias muy desesperanzadoras sobre la Argentina tras una cuarentena de 150 días que, según el periodista desde Buenos Aires, ha enfermado de pobreza a sus ciudadanos. Puede que no sea la realidad del país, y que aquí se hayan magnificado las consecuencias de la pandemia. Pero también puede que lo sea y que se estén viviendo situaciones muy dramáticas, iguales o peores que las que estamos viviendo aquí.

En todo caso, no he podido evitar acordarme de nuestros amigos argentinos, sobre todo de Nacho, Fede o Franco. A todos, un fuerte abrazo no solo solidario, sino repleto de sincero afecto. Cuídense mucho, queremos seguir viajando con ustedes.

¡Y qué mejor que acompañar este abrazo con las irresistibles imágenes que nos hace llegar nuestro amigo Fede! Imágenes que dan calor al invierno argentino, y refrescan al verano español. De una u otra forma nos van subiendo la temperatura corporal. Abrazos para todos los viajeros de la dualidad.




Fotografías cedidas por Fede

sábado, 8 de agosto de 2020

El no verano del 2020

Este verano me está resultando el menos verano de todos los que he vivido. La pandemia le ha golpeado fuerte, tanto que lo ha dejado sin ganas. A ello se le suma el estar solo en casa por las circunstancias laborales de mi mujer.

Ha quedado un verano con apenas tertulias y cenas con los amigos, sin fiestas populares, sin paseos por la orilla del mar, sin largas conversaciones al fresco de la calle... sin ella. Y ¡no! no es por propio miedo, aunque le tenga mucho respeto al coronavirus. No puedo luchar contra el miedo ajeno, tampoco contra la distancia que nos separa. Toca vivir esta situación y hay que adaptarse de la mejor manera, aunque cueste encontrar la parte positiva.

El confinamiento se me hizo muy llevadero, pero después de pasar unas semanas con ella, la vuelta a casa se ha vuelto un tanto insoportable. Sin su presencia me faltan las ganas de gozar de los placeres de la vida, que no de la vida en sí misma.

Tengo el mar cerca, y con todo, solo he estado un par de horas en mi estimada playa. El encuentro con mi amigo fue sensacional, aunque me golpease con sus duras olas y sus gotas turbasen mis sentidos. Se había vestido de amarillo, aunque parecía moderado, trasparente en sus aguas, amigable e incondicional. Refrescó mi cuerpo, medité desnudo en la arena, el sol me acarició en mi sentir, y seguía faltando el aire de mujer.



Desde mi dualidad, deseo tener tiempo para mis cosas y cuando lo dispongo añoro lo más importante, sentir el amor de mi pareja, gozarla, deleitarse en su piel, en sus palabras, en sus besos.

Este verano las vacaciones no existen, todo rueda con la terrible nueva normalidad de la pandemia. Días iguales se suceden desde hace meses con la incertidumbre del mañana. El verano subsiste en su estación más triste. Antes que sus días se fundan en el otoño, volveré a tener su presencia en casa. Ganas de esos días.

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REENCUENTRO

Repasando antiguos correos electrónicos intercambiados con un muy buen amigo hace ocho años, he encontrado esta preciosa fotografía que me e...