Con el buen tiempo apetece andar
por casa desnudo. Es lo que llamamos nudismo casero. Si vives solo genial, pero si vives con
familiares o amigos habrá que consensuarlo antes para no molestar a nadie.
Soy de los que opinan que es una gozada llegar a casa después de la jornada laboral, darse una refrescante ducha y después de secarse no ponerse nada encima, tan solo las ganas de disfrutar de tu piel, de sentir millares de sensaciones en cada paso, en cada secuencia del día o tan solo en el reposo del que no se mueve.
En mi caso lo practico siempre
que puedo, que no siempre que quiero. Mi mujer solo me advierte de que no debo
hacerlo cuando los vecinos merodean por mirar o cuando se espera visita en
casa. Me siento con suerte. Ahora mismo escribo estas líneas con la misma ropa
con la que llegue a esta vida. Libre de cargas que me oprimen. Es mi parte de
libertad.
Desnudo de cuerpo, abierto de
mente, perteneciéndome a mi mismo, vivo mi voluntad con naturalidad y agrado. Es
la elección de un sentir.
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