jueves, 11 de febrero de 2021

Bifobia. Un caso real (I)


La palabra Bifobia alude a expresiones o actos de rechazo y aversión hacía los bisexuales, actitudes que suscitan que muchos pensemos que es mejor llevar nuestra dualidad en secreto. De ello hemos hablado en muchas ocasiones en el blog, y siempre sacamos la misma conclusión, son pocos los que comprenden y aceptan la bisexualidad sin serlo, la mayoría se inclinan hacía lo heterosexual o lo homosexual, entendiendo como puro vicio nuestra forma de sentir, limitando nuestra libertad de ser.

Un claro ejemplo de ese rechazo a lo bisexual es el caso de Javier Vilalta. No os asustéis con lo que vais a leer, estoy convencido que, aunque el camino le está siendo muy duro, va a ganar en su lucha.  Conocer su situación es muy significativa para todos aquellos que nos sentimos bisexuales, sobre todo para los que estamos casados.

Partimos del principio de que no todos los matrimonios son iguales, en unos hay aceptación y se comparte el sexo con un tercero, en otros silencios, en algunos la esposa se siente afrentada, en otros lo tolera mientras no haya sexo con otro hombre, en cambio en otros no le importa que lo haya.  Cada caso es único, por lo que lo que les ocurre a los otros no tiene porque ocurrirnos a nosotros. 

Vayamos al caso que nos ocupa. Antes que nada, señalar que conozco sobre el mismo por la prensa. No tengo más referencias que lo que he leído en el periódico El País y la revista Shangay, ambos medios de comunicación de referencia, a los que aludiré en cada momento. Unos hechos que me han resultado tan sangrantes y con tanta referencia a este blog y nuestros miedos que no puedo dejar de exponerlo.

Tal y como se recoge en los medios de comunicación, la exmujer de Javier Vilalta le demandó ante los tribunales por sentirse engañada, según ella por la escondida homosexualidad de su exmarido. Un matrimonio que se dio por concluido hace diez años de mutuo acuerdo tras dos años de noviazgo y tres de casados. La demandante le reclamaba 10.000 € por los daños económicos y morales derivados de contraer matrimonio, solicitando además que no conste oficialmente en ningún registro. El juicio tuvo lugar el pasado mes de octubre en Valencia. Os recomiendo que leáis el magnífico artículo publicado en el periódico El País escrito por Eugenio Viñas, el 6 de octubre de 2020, https://elpais.com/sociedad/2020-10-06/un-tribunal-juzga-si-un-hombre-oculto-su-homosexualidad-deliberadamente-a-su-esposa.html.

La exesposa interpuso la demanda a raíz de ciertos comentarios, en concreto cuando dos amigos comunes le contaron a ella que conocían la homosexualidad de él desde su infancia y que había tenido relación con un hombre en su juventud. Parece ser que este último lo corroboró a la exmujer por teléfono. 

Aunque no le dejaron declarar en el juicio, Javier se definió como bisexual durante el desarrollo del mismo, afirmando que ha tenido relaciones con hombres y mujeres. Es decir, tuvo que hacer pública su orientación sexual, rompiendo en su defensa y a la fuerza el derecho a su intimidad. Ignoro, es más, no es de mi incumbencia ni de la de nadie, la actitud de Javier durante su matrimonio, pero hay que señalar que muchos bisexuales casados eligen ser monógamos.

Incomprensiblemente hubo sentencia condenatoria por la que ha de pagar a su exmujer una indemnización de 3.000 € por "ocultar deliberadamente" su homosexualidad. Respeto la justicia, pero en este caso no entiendo cómo un juez pudo condenar a una persona por su orientación sexual. Creo que con esta sentencia lo único que se ha logrado es atentar contra el derecho a la privacidad que contempla nuestra Constitución, cuestionando su sexualidad al definirlo como él no se siente, esto es, como homosexual, no dando cabida a la bisexualidad, y lo que aún es peor, al amor. Es como si no se pudiese amar sin tener en cuenta el sexo de la persona amada. 

El mensaje que nos llega es claro, o entras dentro de la norma o se te juzgará por tu intimidad. ¿Dónde queda la libertad e intimidad de Javier? No existe, se la han cargado en un juicio público, constatando que la incomprensión no solo está en el lado heterosexual, también lo está en esos homosexuales que creyéndose normalizados no respetan la libertad o la normalidad del otro, juzgando la orientación sexual de Javier, como juzgarían la de cualquiera de nosotros desde la bifobia. 

Estos días he leído en la revista digital Shangay, https://shangay.com, magnifica y admirable revista siempre en defensa de los derechos LGTBI, que el parlamento de la Comunidad Valenciana a raíz del caso de Javier, aprobó el pasado diciembre una proposición en la que se solicita al Gobierno Central que "se adopten medidas legislativas para la protección del derecho a la igualdad ante la ley y a la intimidad de todas las personas respecto a su orientación sexual"(sic). El parlamento valenciano también ha aprobado por una amplísima mayoría una iniciativa que reclama al gobierno valenciano una campaña para visibilizar y normalizar la bisexualidad.

Javier Vilalta es activista de Derechos Humanos y actual director de la asociación Ambit, Dignitat i Justiciá Social, https://associacioambit.org/.  En manifestaciones a la revista Shangay dice que "se están realizando las acciones pertinentes para que la futura ley LGTBI incluya este precepto. Además, afirma que seguirá luchando para que se garantice la igualdad efectiva en España: "Se me ha juzgado trece años después de mi matrimonio y diez años después de mi divorcio por ser bisexual. El objetivo de esto es que nadie se tenga que ver en esta situación en un futuro. Nadie tiene por qué cuestionar tu orientación sexual ni hacerla pública. Y tú no tienes por qué dar explicaciones de a quién metes en tu cama"(sic).

Desde aquí mostrar todo mi apoyo a Javier Vilalta, agradeciendo su lucha y deseando que prospere el recurso que ha interpuesto ante la Audiencia Provincial de Valencia. Deseamos que las autoridades españolas sigan trabajando en la normalización de la bisexualidad. 

Creo en el amor, por encima de todos y todo. Este caso es una buena prueba de ello. Mucha fuerza Javier.




Fotografía Suma Emociones

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sábado, 6 de febrero de 2021

Sueños empotrados

 

Anoche te soñé conmigo. Ardían tus ojos tanto como los míos. Fuego de amor que encendió los cuerpos de ansiado placer. 


Desatados en lujurias éramos como corceles galopando al viento entre cabriolas y brincos. Me dejaste entrar para ser uno, moviéndonos entre regocijados cielos y el retumbar de los gemidos. Grito el trueno al derramarnos sobre tu amada piel, fundiéndonos en el sortilegio de tus oscuros ojos.


Anoche te soñé unido a mí sin fin. Almas y cuerpos floreciendo en encontradas corolas llenas de vida.



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jueves, 4 de febrero de 2021

Vacío


El día ha comenzado vacío, sobreviviendo. Estos días vuelve la incertidumbre. Estoy por dejar de escuchar la radio, dejar de leer la prensa digital o apagar la televisión. Mejor aún, en vez de escuchar tantas noticias solo oírlas. ¡Si! oír las palabras como un murmullo que uno no interioriza quitándole el ánimo y las ganas. Demasiada información puede ser contraproducente. 

Además de ello, trabajar en casa se me hace cuesta arriba. Echo de menos momentos tan cotidianos como conducir, caminar, salir de compras o simplemente ver gente. Antes me gustaba trabajar en casa, pero ahora ya no tanto. Está claro que no soy de teletrabajo o al menos no del que te aleja de mirar. 

Con el confinamiento perimetral de Valencia por el coronavirus, para salir de casa he de buscar una excusa lo bastante convincente para que mi mujer no advierta nada extraño. Así que los días se amontonan sin más, con la esperanza de que pasado el verano vayamos retomando la nueva normalidad, ya que creo que volver a vivir como antes será un poco complicado. A pesar de todo, agradecido por estar bien de salud. Intentamos cumplir con todo el protocolo anticovid.

Hoy, es un jueves vacío que apareció en el horizonte con el cielo gris y una suave brisa teñida de indolencia.


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REENCUENTRO

Repasando antiguos correos electrónicos intercambiados con un muy buen amigo hace ocho años, he encontrado esta preciosa fotografía que me e...