#YoMeQuedoEnCasa - 77

He oído hablar del síndrome que produce la desescalada, conocido como síndrome de la cabaña, que es el resultado del temor, la inquietud ante un inminente cambio no deseado. Parece ser que muchos están encontrando refugio en su casa ante el miedo a contagiarse. Es como si agarrarse al cojín del sofá diese la seguridad que anhelamos todos.

Reconozco que los primeros pasos en la calle son duros, te enfrentas a una realidad que no gusta, pero también a tus propios miedos. Las mascarillas son el recordatorio de que todo ya no es igual, de que debes tomar precauciones, aunque en tu zona sanitaria haya desde hace días cero infectados.

Esta semana han surgido vicisitudes que me han hecho salir de casa a la fuerza. La mascarilla y el gel desinfectante han sido mis aliados. La de veces que me habré lavado las manos después de estrechar otras muchas en un velatorio. También salí a comer con un amigo y cortarme el pelo que tras más de dos meses de confinamiento estaba muy largo. Al salir a la calle, me sentía como un valiente que iba venciendo sus desconfianzas y miedos. Al volver a casa, lo hacía con el ánimo renovado, pero con la sensación de que por mucho que siguiese los protocolos algún paso me habría saltado. Lo que es síntoma de que el temor de alguna forma sigue dominante.

Tenemos que seguir viviendo, seguir pensando en positivo, seguir saliendo tomando las precauciones que marcan los protocolos para parar el virus, es la única forma de vencerlo.

Abrazos y besos para todos.  

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