#YoMeQuedoEnCasa - 75

Son 75 días desde que decidí quedarme en casa. Una semana desde que entramos en Valencia en la fase 1. Son muchas fechas, pero han pasado tan rápido que ni las recuerdo. Lo que siento es el silencio de estos días, mi ausencia. Pido disculpas si he podido ofender a alguien con mi desescalada pronunciada. Soy consciente que las muertes son mucho más importantes que mi alejamiento, también el dolor de sus familias y los hospitalizados, y todos los sectores llamados esenciales que nos ofrecen su duro trabajo para que podamos llevar un mejor confinamiento. En realidad, soy un hombre con sus momentos buenos y menos buenos.

Y llegaron los momentos menos buenos a los 65 días de reclusión. Me sentaba a escribir la prometida entrada diaria y las palabras guardaban silencio. No podía escribir. Aquel viernes había salido a hacer la compra encontrándome a gente desfallecida de vida. Refugiado en la soledad de mi casa repase todas las palabras de aquel día. Dolieron. Un dolor al que no pudieron vencer las palabras que vosotros dejáis en el blog o en mails, que siempre han sido como reconfortarte bálsamo.

Unos días más tarde el proyecto de trabajo que estaba elaborando se detiene indefinidamente. Son muchos años sin trabajo fijo, con largas temporadas en el paro. Cuando el viento traía buenos augurios, se agitaron las tormentas de la destrucción, rompiendo todos mis sueños. La misma tormenta que me mantiene alejado de mi esposa. El estado de alarma la sorprendió a cientos de kilómetros sin posibilidad de venir a casa. Allí sigue. Esos días todo sucumbía a mi alrededor.

No es miedo, tampoco negatividad. Si no fuese positivo, no estaría escribiendo estas palabras. Poco a poco he ido creciendo de nuevo como ser humano. Encontrando lo hermoso de vivir. Me adapto rápido, pero me lleva un tiempo, aunque solo sea una semana. Soy de los que piensa que no hay que cerrarse a la existencia, al contrario, lo que hoy nos puede parecer escalofriante, mañana puede ser lo mejor que nos haya pasado en la vida.

Estos días he recordado que cada vez que lloras, y escribes lo que sientes, la energía de uno se purifica y eleva la vibración. Cada día que dejaba una fotografía en el blog, acompañada de silencio o de apenas unas palabras, vosotros con vuestros comentarios y mails elevabais mi energía.

Estos días he recordado que cada vez que pides perdón y te pides perdón, perdonas y das gracias con el corazón, tu energía se purifica y elevas tu vibración. Cada día, sin fuerzas de contestar a vuestros comentarios os pedía perdón por mi silencio, no era mi intención causar preocupación. También me perdonaba a mí mismo por no poder escribir, dando gracias por teneros como compañeros de viaje.

La calma ha llegado de nuevo a mi pensamiento. Gracias amigos por aguantar mis limites, por ayudarme a vibrar alto. Abrazos y besos en expandidos horizontes. Se os quiere.

Autofoto en la playa de Valencia durante el verano del 2019

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