Ayer sucedió algo, que me lleno de soledad y tristeza. Fue un pensamiento fugaz sobre un sucedido que os he de contar con más calma. Algo que me ha tocado más de lo que creía.
Había pasado un día maravilloso con los amigos, de esos que llenan las prefallas, lleno de risas, amistad y afecto. Estaba tan bien que no tenía ganas de coger el coche para volver a casa recorriendo los pocos kilómetros que me separan de Valencia.
De repente, un recuerdo sucedido el sábado de carnaval, me hizo sentir arrancado, solo, abandonado, desamparado, perdido en una autovía que se estiraba haciéndose larga y pesada. Tal fue mi sentimiento de soledad, que una lagrima recorrió mi mejilla.
Por un instante me dolió el alma. El gozo fue vencido por el tormento, no sabía quién soy, ni lo que quiero, ni a quien amo, ni entendía este camino dual al que he aprendido a querer. Por unos segundos me odie por ser el hombre que soy.
Instintivamente mi mente se abrió y aparecieron todos aquellos a los que amo, y los viajeros que me acompañáis en este camino, y brotaron en mi cabeza vuestra presencia y vuestras palabras. Una sonrisa seco mis lágrimas, volví a amarme en la soledad del momento, a sentir y ser.
La vida es maravillosa si se vive desde el corazón cada uno de los momentos que habitan el camino.
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Qué valiente desnudar tu alma en esta entrada y contar qué sientes en este camino. No sé qué te provoco el paso de estar feliz a ese dolor que te afectó al alma. Vivir esta dualidad nos hace recorrer esta vivencia entre la felicidad y la tristeza. Felicidad porque completa lo que somos y tristeza porque, de alguna forma, la dualidad a veces es cansada y nos conlleva no poder ser transparentes al cien por cien. Me alegro que encontraras los apoyos que te permitieron seguir adelante. Para lo que necesites aquí estoy, estamos, porque somos muchos los que te quieren y apoyan. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Tono por estar ahí. Ahora ya sabes que pasó y se que me comprendes. Un abrazo amigo.
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