Esta tarde he mantenido una larga e instructiva conversación con un amigo sobre la plenitud del ser. Aunque hemos diferido en algunos puntos, compartimos enfoques sobre la conexión del alma.
Hemos abordado el misticismo, el contacto del alma con la divinidad, y la filosofía que trata del ser, de sus principios, de sus propiedades y de sus causas primeras. El cree que no es necesario abordar lo corporal para encontrar lo más profundo del alma. En cambio, yo sí creo que se puede encontrar el alma en cualquier espacio y tiempo, entre ellos el contacto físico.
Comparto con este amigo que el alma se encuentra desde la meditación, la conexión interior o en momentos de flotación. Os puedo asegurar, que he encontrado mi alma en la desnudez de una playa, llegando al éxtasis con tanta belleza arrullada por las canciones que me llegaban del mar en la rompiente. Y también en la montaña al encontrarme con el silencio de las alturas, roto por los trinos de los pájaros, el rumor de las aguas y el aroma de los árboles. La he hallado en la lectura de un libro, un paseo en consciencia o el silencio de mi casa. La he percibido en un escalofrío que recorre mi cuerpo en ese instante.
Pero también la he encontrado en el abrazo del amigo, en la conexión de los amantes, en la profundidad de la carne. Hasta hemos derramado lágrimas compartidas de felicidad al fundirse nuestras almas a través de nuestros cuerpos.
Hasta hoy no me he atrevido a reconocer públicamente que he tenido la fortuna de vivir el que no solo se acaricia el alma de la vida en momentos de meditación, que en lo corporal es aún más sublime, cuando las miradas se abren con tanto amor que es imposible describir.
Por ello, doy gracias por conocer que el alma es voluntad, mente y emociones unidas en el amor, y que cuando se ama, las almas irradian cómo el resplandor de la aurora, sean hombre y mujer, dos hombres o dos mujeres.
Como nos decía Jordi, no desaprovechéis el momento, encontrad a un hombre al que acariciar con el alma para que os abrace con su alma. Es el momento de lo más sublime. Vividlo, gozadlo antes de que la vejez nos envuelva en tiempos de recuerdos y nostalgias.
Tocar el cuerpo del otro con el alma, y ser tocado por su alma, es excelso y bello, es ser.
Aunque conozco tu blog desde hace tiempo, nunca me he atrevido a participar y compartir lo que me generan tus escritos. Sin embargo, hoy me atrevo a escribirte, una vez que voy dejando mis miedos atrás. Durante mucho tiempo he querido creer que sin lo corporal podíamos estar plenos. Digo quería creer porque era la forma de justificar mi miedo a comprobar realmente que el cuerpo es también una forma maravillosa para expresar la profundidad de las creencias y los sentimientos. He vivido tanto tiempo en la soledad que, al final, me acostumbré a ella creyendo que no había más para mí. Pero me engañaba y lo supe cuando tuve la oportunidad de comprobar que un abrazo íntimo con un amigo de alma, me derrumbaba años de esas creencias. He sentido mi alma en la playa solitaria, bajo el mar donde el silencio acaricia la piel, en la música, en templos llenos de luz, en los libros y en el arte..., pero en ese abrazo que duró tan poco podía haber pasado toda la vida. Y aunque mi experiencia fue tan corta, te doy la razón desde el convencimiento de que para mí el cuerpo es el lugar donde quiero volver para sentir la plenitud. Unirse con el alma es maravilloso, pero somos alma y cuerpo y, me alegro por el que no necesite uno de los dos, antes encontrará la felicidad, pero yo sin ambos creo que no encontraré la plenitud. Gracias por ser y por estar. Desde el sur, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarBienvenido amigo y gracias por leerme. Cada uno percibimos las situaciones de una forma diferente, y no todas son las más acertadas. Durante años pensé que no era necesario, ni importante unir alma y cuerpo. El tiempo me ha demostrado lo equivocado que estaba, que en realidad era el miedo el que me hacía ver y vivir a través de unos pensamientos que no eran reales.
EliminarCelebro que hayas encontrado tu verdad y deseo que encuentres un alma gemela con la que tocar el cielo. Un abrazo.