Bajo las palmas de las manos

Bajo las palmas de las manos, por mucho que mire, solo encuentro el espacio vacío que un día llenaron las tuyas. Disponibles las dejaste, sin herir engaños, palpitantes de unos deseos que no quisieron ser constantes.

No podía darte aquello que querías, solo mi cuerpo mecido por tu ansia de mi. Hasta que un día me dijiste que querías perderte por siempre en mis sombras, cubrir mis pasos con tus pasos. Con asombro reaccioné apartándome de tu piel, envolviéndome en la oscuridad de la noche para no volver más.

Ahora paseo mi cuerpo desnudo en tres engaños de deseo, lanzándome ocioso a los peldaños que aparecen y desparecen, sin poder subirlos, sin sentirlos bajo mis pies. Voy y vengo como viajero ávido de sensaciones y, al encontrarlas, emprendo de nuevo el viaje para no revivir aquel momento de dolorosa marcha. Recostado sobre mi, desnuda el alma, mi corazón no escucha más allá de si mismo. No quiere resonancias antiguas, ni misteriosas palabras, ni manos que permanezcan bajo las mías.

Descubierto, desvestido de hombres que chispean, camino solo con las palmas de las manos vacías en busca de un amigo. Un amigo que sueñe conmigo en extraños soles, no en conquistas de conjunta vida.

Oculto el rostro, sigo mi viaje ligero de equipaje, sin más vestido que el aire que sopla bajo las palmas de mi mano.

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