INICIO DE TEMPORADA

Este lunes aún no hacía tanto calor como hoy, pero apetecía dejarse llevar por el aroma del mar y las caricias del sol. Así que cogí mis pocas cosas de playa y me encaminé a mi lugar preferido, donde apenas hay gente y la arena cobija los sueños.

Es una playa mucho más apartada, al menos hay que caminar un buen trecho. No es como la otra que desde el parking ya se pisa la arena y se vislumbra el mar. Al llegar apenas había alguien desperdigado por tan extenso arenal. No habrían más de siete personas en cerca de seis kilómetros. Me gusta caminar por la orilla, mojando mis pies esta vez en una muy fría agua. Solo hacía 21º de temperatura, pero el tiempo era tan agradable que decidí iniciar mi temporada nudista caminando sin ropa. 

Siempre busco un espacio que me inspire para meditar, para buscar la paz interior, para reencontrarme. Un árbol arrastrado por la fuerza del mar me atrajo hasta sus también desnudas ramas. ¡Cuánta paz y armonía me dio!

Allí deje pasar el tiempo, cruzándose los pensamientos con la tranquilidad de la ausencia. Desnudo en la posición del loto trabajé mis chacras, limpié mi alma y nutrí mi piel de vida.

Fui feliz, me siento aún feliz por tan maravilloso regalo. 

Al volver por la orilla, mis reflexiones me llevaron a un amigo al que conozco desde hace unos años, con el que me llevo más que bien. Hay afecto. En ese preciso momento, apartando mis pies de una masa de conchas sin vida, vislumbro un poco más allá, en la rompiente de una ola, una piedra blanca que me atrae. Al llegar hasta ella, mi corazón salta nervioso al advertir un corazón tallado por la fuerza del mar. ¿Un augurio? ¿Un anuncio? Quién sabe.. 

Solo sé que la vida es bella si la dejamos entrar sin trabas. El tiempo dirá qué camino tomar.