#YoMeQuedoEnCasa - 82

Estos días han despertado en mí ganas de hacer cosas que desde su cotidianeidad formaban parte de mi vida. Siempre me ha gustado caminar por las grandes ciudades, sobre todo de noche, cuando la calma las convierte en solitarias y silenciosas, es como si me pertenecieran en esos minutos de paseo nocturno. Transitando por ellas creo historias o rememoro algunas que tuvieron lugar en sus calles. Alguna vez me he visto caminando cogido de la mano de un íntimo amigo, en donde los besos eran un grito de libertad.

Sabéis que amo el senderismo, el mar, pero también las ciudades en las que encontrarme con su historia y con la modernidad más auspiciante. Hacerlo agudiza mi creatividad, hasta me gusta sentarme en soledad en la terraza de un café y mirar a los paseantes, imaginando esta vez sus historias tan irreales para mí.

Siempre he pensado que debe de ser alucinante pasear desnudo por sus calles en una noche de verano, es como romper las normas de una forma pacífica, sin aspavientos. No creo que lo haga nunca, antes está el respeto a los otros, a los que también habitan en ella.

La ciudad es el contrapunto a la naturaleza, ambas equilibran mi tiempo.

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