Paseando desnudo por el mar desaparecen
los miedos que me acosan. La brisa trae libre a la libertad, que se acomoda en
el alma rondando para siempre bella. Es mi momento, el que hace que me
reencuentre con mi yo interior.
Los pies se hunden en el agua, dejando la
orilla a unos pasos. Me salpico de sus gotas, frías ya en este octubre de rayos
de sol encontrados. Piso la arena derramada por sus olas para vivir el espacio
que lo adora. Despejada queda mi mente, pues ataduras, problemas, sinsabores
vuelan hasta perderse en el horizonte víctimas de quien los provocó.
Dice un amigo que es como un trance
sublime. Razón sobrada tiene quien ve en sus ojos la esencia de la imagen. Es
sublime porque el mar limpia nuestra energía vital. Sanea, cura, higieniza,
lava todo el fango que acumula nuestro corazón, hasta vaciarlo de lo negativo
para llenarlo de positividad plena.
A mi me emociona abrir los brazos y
abrazar su olor a sal soplado por la brisa. O coger un pareo de cada extremo en
mis manos extendidas y sentir como vuela mi cuerpo para entregarse en armonía
con el universo. Es la fusión de mi yo interior con la naturaleza. La
reafirmación de que soy existencia y me comprometo a serlo.
Pasear el mar en desnudez es sentirme despierto,
fuerte, activo, vigoroso. Ser yo y expresarme de acuerdo con lo que soy, pienso
y siento, llenándome de luz, de esperanza, de ilusión, de seguridad, de ganas,
de confianza, de certeza, de vida.
Junto al mar encuentro mi yo verdadero, desde lo
más profundo de mi.
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Que bonito...y que envidia. Es cierto que determinados lugares y situaciones consiguen que nos liberemos de todo lo que "nos pesa" en el alma y consigue que por unos minutos nos sintamos nosotros mismos, libres y sin ataduras.
ResponderEliminarDisfrútalo tú que puedes, amigo mío.
Un abrazo.
Es cuanto menos curioso, pero esos momentos los consigo con más fuerza desnudo de alma, mente y cuerpo, sea en la montaña, en la playa, en un spa o en casa. Conectarse con el yo interior es vivir.
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