miércoles, 14 de octubre de 2015

Café tras la lluvia


Ayer llovió con abundantes rumores en la ciudad que habito. La lluvia formó charcos en el suelo, mojando las sombras grises del asfalto. El fresco ambiente desalojó las terrazas antes llenas de madres que buscaban en un café cortado los chismes de sus vidas.




Sentado en la soledad de sillas y mesas mojadas con gotas de lluvia, bebí a sorbos mi café caliente en deseos. Un lento llamado miró en mis pensamientos intentando descubrir en los paseantes lo profundo de sus inquietudes. Sin pensarlo me vi chismoteando sobre todo lo que me rodeaba. Hacía poco que había leído en el interesante blog de un buen amigo, Volando a ras de suelo (al que podéis acceder desde este mismo blog), una entrada sobre un supuesto radar que dicen tener muchos hombres gay, es decir, que con una mirada sabes si ese hombre “entiende”. No os lo perdáis, porque es muy interesante.

¿Curioso? La verdad que sí. Estaba con esos pensamientos, cuando el fuerte aroma del café y los hombres barbados que caminaban por la calle, me hicieron recordar las palabras de un amigo. Según lo que me cuenta, os puedo asegurar que lo del radar en algunos es más cierto que pisamos la tierra. Esta claro que no es generalizado, más bien al contrario, pues hay muchos que se equivocan, pero en cambio otros parecen tener esa antena que detecta supuestos heteros que gustan del abrazo de un hombre. Ese amigo es gay y, no falla. En mi caso dice que yo debo “entender”, pero algo le quiebra cuando lo niego una y mil veces. Vamos que supero a San Pedro de largo. Entonces es cuando me dice que no sabe que pensar, que el no se equivoca, pero que si yo digo que no, es porque no me gustan los tíos. Confía en mi, lo que no obsta para que me tire los tejos muchas veces, topándose con una infranqueable barrera. Supongo que insiste porque en el fondo, en su inconsciente, está seguro de ese supuesto radar que nunca le falla.

Me sorprende a veces con sus planteamientos, el porqué piensa que ese hombre gusta de otros hombres. Cuando me dice que tal amigo mío tiene inquietudes o que aquel de allá también, me deja alucinado. Lo impresionante es que a veces me entero que es cierto. Siempre he pensado que en algún momento de su vida uno puede haber tenido contacto con su mismo sexo, hasta los más machitos. En un momento dado se enamora, y se casa con una mujer, dejando olvidado aquello que pasó en su adolescencia o juventud. ¿Olvidado? Creo que no. Por los comentarios que me hacéis muchos, ese poso siempre queda, incluso se tomó esa decisión de casarse obligados por una sociedad que no admitía otra posibilidad. Por eso muchos deseos, inquietudes, curiosidades quedaron en nuestro interior, detectables solo para los radares más avanzados. Digo que me comentáis, porque en mi caso, no hubo nada en la juventud ni adolescencia, y me casé pensando solo en ella, enamorado, como se dice ahora, hasta las trancas. No descubrí estos sentimientos hasta hace bien poco, aunque como ya os he comentado en otras entradas estoy seguro que todos los seres humanos los tenemos en mayor o menor medida.

Como muestra un botón. Hace muchos años mis amigos o gente conocida hacían burlas sobre el mariconeo. Aunque entonces desconocía que se sentía con el abrazo de un hombre, nunca me incorporé a aquellos comentarios soeces y un tanto insultantes o a los chistes de maricones. Pues bien, esos mismos amigos, ahora se privan de hacer esos comentarios, es más, dicen que mejor no tentar porque oyen que quien prueba repite o no vuelve a su lado hetero. A mi me divierte todo esto, acrecentado por mi amigo gay y todas las historias que me comenta al respecto. Puede que alguno haya descubierto algo más, como yo. Puede que tengan miedo a que les pueda gustar. Desconcierta oír que quien mejor conoce los gustos de un hombre es otro hombre. ¡Sorprendente! ¿Verdad que sí?, hasta han desaparecido los chistes al respecto.

Tenemos la suerte de vivir en un país que ha avanzado mucho en ese terreno, aunque aún falta mucho por hacer. La libertad alcanzada en España le ha dado respeto y afecto a un colectivo antes maltratado y vejado.


Los radares no fallan a no ser por problemas técnicos. En tu mano está que aunque seas detectable, ocultes tu ubicación certeramente, vamos, que emita un fallo técnico.

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4 comentarios:

  1. Muchas gracias por la mención, amigo mío, aunque ¡ay que vergüenza me da!, jaja, porque evidentemente tu reflexión es mucho más profunda que la anécdota que contaba yo del "gay-radar". Hemos hablado una y mil veces sobre todo esto que la misma vida nos demuestra a la primera de cambio, y que no es más que el pretender incluirnos a cada uno en una categoría diciendo "tú eres blanco" y "tú eres negro" es una simplificación imposible, porque por fortuna la gente somos maravillosamente diversa,y las posibilidades que tenemos para amar y para sentir son tan numerosas como personas vivimos sobre este planeta. Y hay que sentirse orgullosos de nuestra capacidad potencial de amar se lleve o no se lleve a la práctica en su totalidad, porque solamente el hecho de contar con ella nos hace más grandes por dentro.
    Como siempre, un abrazo grande.

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    1. Tu blog es muy recomendable, a mi me encanta. Palabras amenas, interesantes, con dominio del lenguaje, música increíble, muy buena. Son tus sensaciones, parte de ti, aspectos que muchos vivimos. Gracias por transmitir tanto.

      Con radar o sin radar, lo importante es vivir. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por la entrada y muchas gracias a Un-ángel también: no es la primera vez que estoy de acuerdo con él, aquí y en su blog (que también me gusta visitar de vez en cuando. Me siento muy identificado con la entrada de hoy: yo también tengo esas dudas. Pero yo llevo tropezand con ellas desde hace mucho, mucho tiempo (Germán lo sabe, se lo he contado en ocasiones). Ahora, a mis cincuenta, estoy aprendiendo poco a poco a tomarme la vida de otra manera, con algo menos de ímpetu y autotortura pero por ello, también con más sosiego en lo tocante al tema de qué siento, cómo lo siento y por quién lo siento. Habla un casado con hijos que, cómodo desde esta orilla, asentado en el esquema de "lo que debe ser" no deja de mirar hacia la otra orilla preguntándose cómo será el estar allí, aunque sólo sea una vez.

    Por suerte, para compensar tanta zancadilla, la vida te pone en tu camino personas como vosotros dos, comprensivas, dispuestas a escuchar y a dar un abrazo sanador, seas lo que seas. Gracias a ambos.

    Salud a todos!

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    1. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. Aunque a primera vista parezca un lastre, creo que somos afortunados por sentir inquietudes que otros no conocerán en su vida. Solo hay que saberlo canalizar, y no es fácil. Para ello podemos contar con la ayuda de muchos de los que han pasado por nuestra misma situación.

      Un abrazo,

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