Hace calor. Mucho calor. Un sofocante calor que nos calienta la piel y el alma, con temperaturas superiores a los 40º. No puedo evitar querer abrazar el mar para ser agua, refrescar mi cuerpo abrazado por millones de gotas. Por ello extiendo mis brazos abarcando el mar de un atardecer bello, perdiéndome en el rosado horizonte.
Estos días más que nunca buscamos el agua fría en una refrescante ducha o un relajante baño, hasta la piel del otro parece quemarnos al rozarnos.
En cambio, es el mejor momento para amarnos, enardecidos por cuerpos livianos de ropa o amantes que se pasean desnudos excitando nuestros deseos.
Busca el agua para gozar, para amarse bajo el agua en el mar, el río, la piscina o bendecidos por la fría agua que resbala por nuestros cuerpos sin enfriar las ganas del otro.
Si estás solo, apetece jugar con la cristalina y helada agua de las pozas, o sumergirse en el azul del mar imaginado que te sumerges en el deseo. Es tiempo para buscar el agua, para embeberse de la vida, para despertar de un calor que adormece el tiempo, pero no nuestros sentidos.
En casa, de vacaciones o en el trabajo, disfruta del tiempo de un verano que ha de despertarnos de los viejos temores para emprender nuevos caminos.
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