Esta mañana he tomado café como
todos los días, pero ha sido diferente. El tiempo ha sido mío, mimado con mis
escondidas caricias, abriéndose entre el matinal sueño. Por ello he sacado una
taza de porcelana con su fino plato y la vieja cafetera de plata donde he
dejado caer el oscuro cuerpo del café. Apetecía disfrutar de sensaciones que
regresaban arañando mi presente.
Me he sentado en el porche de la
casa, con el fresco del día alcanzando mi piel. El aroma del café ha cerrado mis
ojos para sentirte a mi lado, para estar sentados en la terraza de aquel grato
café. Gozábamos de la primavera soleada y avanzada, sin importar los mandatos
de los demás. Era nuestro momento, acogido en nuestras manos y en nuestros
besos. Todo se volvió invisible para nosotros. Las gentes desaparecieron. La
ciudad parecía dormir abarcada en si misma. De repente, un camarero salido de
otro sueño acompañaba el instante, como un músico que ambientara con sus
sonidos el afecto de nuestros frutos. No importaba, estábamos solos para
nosotros.
¡Solos tu y yo! Tú, con una copa
de vino blanco aromatizada de deseos; yo, con un café oliendo a nosotros y todo
el tiempo dentro de una mañana deslumbrada por la luz triunfante de nuestros
ojos. Haces que sonría con fe en el destino, desprendiendo los nombres ausentes,
como un misterio que se inicia en tu mundo.
Sabiéndonos con miedo, te tomo de
la mano feliz contigo, ancho con el mundo. Tus labios me devuelven a la
realidad, al silencio de tu afecto, como una prohibición de mi mismo.
Sorbo el café con el tibio sol
combatiendo a las nubes que huelen a lluvia, soledad y cerradas esquinas.
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Germán tan sensuales y eróticas tus palabras que hacen a uno llenarse de deseos y éxtasis de compartir una aventura con un hombre masculino cómplice.-
ResponderEliminarGracias Huomo, la vida sin sensualidad, sin palabras, sin complicidad no sería vida. Encontrar al hombre con quien poder compartir todo ello es complicado, pero no imposible.
EliminarIndependientemente de la situación personal de cada uno, la verdad es que en ciudades como la mía una escena como la de la fotografía todavía resulta en efecto "imposible"de encontrar... Las puertas nunca deben cerrarse a la consecución de los sueños aún cuando nunca pretendas que se hagan realidad....porque dejar de soñar es como empezar a morirse un poco, ¿no?
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