Poco atendemos a nuestros pies, o al menos la inmensa mayoría. Para muchos, los pies son ese saliente que esta al final de la pierna que llevan el peso del cuerpo y permiten la locomoción, osease, caminar, movernos. Quien piense así se pierde una de las partes de nuestro cuerpo que más placer pueda darnos.
Muchos masajistas conocen hoy en día la reflexología podal y
la aplican en sus tratamientos. En la planta del pie se encuentran reflejados
todos nuestros órganos, y a través de presiones se pueden corregir ciertas patías.
Hace unos años acudí a una sesión de reflexología. Fue dura,
porque tenía algunos órganos débiles y las presiones para corregirlos fueron
dolorosas. Pero una vez finalizada la sesión, el masajista me dio un masaje en
los pies que me produjo una buena erección, que de no concluir seguro que
hubiese llegado al orgasmo. Fue sublime. Lo recuerdo y me excito.
Desde aquel día procuré prestarles más atención. Hasta
entonces les había dado unos mínimos cuidados con piedra pómez y siempre una
buena higiene. Pero desde entonces los nutro con cremas, exfoliándolos, masajeándolos
y manteniéndolos limpios y bien cuidados. También aprendí sobre el culto a la
podofilia, según el diccionario: pasión erótica o excitación sexual por los
pies.
Sean Connery y Claudine Auger en Operación Trueno.
Foto: Everett Collection
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Son muchas las películas en las que podemos apreciar y
admirar la pasión por los pies. Recuerdo perfectamente la sutileza y elegancia
con la que Sean
Connery adora el pie de Claudine Auger en la película Operación Trueno. Tarantino es un director de cine
que cuida escenas en las que el pie se convierte en protagonista. Dicen que Elvis
adoraba los pies femeninos, y así podíamos enumerar a un gran número de escritores,
actores, cantantes, pintores …
No hay que obviar que hay hombres y mujeres que se dedican profesionalmente
a ello, dejando que sus pies sean objeto de veneración por desconocidos. Quizás
sea otra forma de prostitución, pero en estas ocasiones no existe contacto
sexual de otro tipo.
Unos pies pueden ser tan atractivos, morbosos y excitantes
como otra parte de nosotros. Lo he comprobado en varias ocasiones. Que te coman
los dedos uno por uno, que laman el empeine con una lengua juguetona, que bajen
hasta el dedo gordo y que lo aprisionen entre los labios como si fuera el pene,
con movimientos de penetración, es algo inigualable. Primero uno, después el
otro, mmmm... sensacional, o al menos para mí.
Si tenéis oportunidad de que alguien adore vuestros pies o
de que vosotros seáis los adoradores de unos hermosos pies, no lo desaprovechéis.
Sin duda, descubriréis una nueva fuente de placer.
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¡Eres realmente sorprendente!
ResponderEliminarJajajajaja! Simplemente intento vivir con pasión, pero eso si, con los limites que yo mismo me impongo. Uno ya tiene recorrido en la vida y alguna que otra amiga de juventud con las que compartí muy buenos momentos.
EliminarYo que soy alto tengo los pies grandes y me da como muchísima vergüenza que en momentos de intimidad la atención recaiga sobre ellos...no sé si me estaré perdiendo algo pero siempre trato de sacarlos del centro de la escena cuando la cosa se pone tórrida, jajaja.
ResponderEliminarSi hubiese nacido japonesa igual pensaba distinto...
Los míos no son pequeños, jejejeje y seguro que los tuyos son más hermosos que los de las Geisas que sufren apretadas vendas para que no crezcan, sufriendo malformación en muchas ocasiones. Algún día deberías desnudar tus pies y dejarte seducir por ellos.
EliminarYo también viví una vez esa maravillosa experiencia, no me lo esperaba y casi llege al orgasmo mientras me los comian
ResponderEliminarYo sentí el placer de un buen amigo que me llevo a lo más alto del placer...comiendomos...acariciandolos...me hizo descubrir un mundo nuevo para m
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