El agua confiere la libertad de asomarse hacía lo eterno, de buscar entre sus millones de gotas alas puras que dejen en la piel el hálito de los amantes.
Moja el agua el cuerpo que, acompasado por el movimiento de un delfín que sale a nuestro encuentro, nos ha de llevar a abrir el corazón y el alma más prieta.
Agua elevada a la altura, que se mueve sin prisas, volando errante entre peces y rocas, que baja nuevamente para ser encerrada en el recuerdo de una tarde prodigiosa.
Hoy un delfín transformado en hombre me abrazó para siempre en el límite del agua.
....................................................................
Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente.
Os parecerá una tontería pero cuando me acerco a la playa por primera vez cada temporada y dejo que las olas rompan contra mis pies, tengo la sensación placentera de volver a la cuna biológica de la que procedemos. Como volver al origen de todo. Una bendición vivir junto al mar.
ResponderEliminarNo creo que sea ninguna tontería, somos muchos los que sentimos como purificador el primer baño, el primer contacto con el mar del verano. A mi me encanta caminar por la orilla y siento en cada paso lo mismo que tu tan bien describes. Disfrutémoslo desde el alma. Un abrazo amigo.
Eliminar