jueves, 20 de enero de 2022

UN VIEJO LIBRO

 

Hace frío, demasiado frío para mi piel. El termómetro marca en el exterior los cero grados. Dentro de casa, el sol se cuela por la ventana calentando mi pierna derecha con templanza, intentando hacer lo mismo con mi pie izquierdo. Solo podrá jugar conmigo unos minutos, hasta que suba tanto en el cielo que no me alcanzarán sus ya benefactores rayos. Bendita pues, sea la calefacción que permite sentarme a leer desnudo, con una taza de café en la mano y las palabras dando vida a mi mente.




Como al chico de la fotografía me gusta leer libros antiguos. Tienen un olor muy peculiar con regustillo al saber auténtico. También con olor a papel añejo fustigado por la humedad, el polvo o la sequedad del ambiente. Los considero como supervivientes de una vida entregada en dar conocimiento a los hombres. Millones han perecido censurados en el pasto de las llamas, o abandonados a su suerte por sus propietarios en perdidos rincones. A mí me gusta creer que lo he rescatado del abandono para ser leído y amado.


Hay veces que me gusta entrar en librerías de lance o visitar la Cuesta de Moyano en Madrid, con sus grises casetas de madera alineadas junto a la verja del Real Jardín Botánico. Es una delicia fisgonear entre los libros, muchos jamás comprados, nunca leídos. Los mas son de autores desconocidos que soñaron un día con el parnaso. Los menos son libros de renombrados escritores que no llegaron a tener proyección literaria. Con su lectura me transportan y me hacer vivir mil vidas distintas.


Volviendo a los libros antiguos, cuando los tomo en mis manos, renacen en mi mente duros señores de vetusta barba o delicadas damas de blancas manos. Antiguos propietarios que los guardaban alineados en estanterías de recia madera, unas veces entregados a sus palabras, otras como demostración de su intelectualidad, pretendida o real. Imagino sus rostros, sus cuerpos, sus casas, sus bibliotecas sus deseos de aprendizaje en búsqueda de un saber no siempre encontrado.


A veces también imagino vuestras caras, vuestros cuerpos, vuestros deseos de salir de una vida que atrapa y hiere emocionalmente. Es un recurso que utilizo para sentirme más cerca de vosotros, para profundizar en vuestros anhelos, para no viajar solo.


Sigo con la lectura de un libro que encontré en una librería de antiguo. Un libro que me trae nostalgias de mi mar y de mi tierra.


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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente








2 comentarios:

  1. A cuantos sitios nos transportan, al pasado, al presente y al futuro, sientes miedo, alegría, amor, te sientes fuerte, débil, gigante o enano, un sin fin de sensaciones y emociones
    Besos y abrazos de oso

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Gracias por compartir este viaje

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