Hoy he tenido que tomar el autobús. No suelo hacerlo porque me muevo por la ciudad con el coche, pero creo que tendré que hacerlo más a menudo.
Serían cerca de las dos del mediodía cuando he levantado el
brazo para parar el autobús urbano. No había mucha gente. Hubiese podido
sentarme en cualquier asiento de la parte delantera, pero mis pasos me han
conducido hasta la fila de asientos últimos, esos en los que hay cinco
seguidos. Una señora leía un libro justo en el asiento del centro. La he
rebasado para sentarme pegado a la ventanilla. Delante
de mí dos asientos vacíos, enfrentados a otros dos que viajan de espaldas. Uno
de esos asientos, precisamente el que estaba en línea conmigo se veía ocupado
por un chico que aún no habrá cumplido los treinta. Lleva barba de varios días, unas gafas que le daban un toque
interesante y viste traje chaqueta al que superpone un abrigo con el clásico
maletín de trabajo.
He sacado un libro de la cartera de mano para sumergirme en
sus páginas. En la parada siguiente sube un matrimonio de cierta edad que se sientan
en los asientos enfrentados. El hombre al lado del chico, y la mujer frente a
su marido. De vez en cuando levantaba la vista de mi libro y mis ojos lo
primero que veían era al chico. Parecía mirarme y al sentirse pillado desviaba
la mirada hacía la
ventanilla. No le di más importancia.
Al llegar a la avenida en la que me tenía que apear, cerré
el libro para no despistarme y pasarme de parada. En esas que se levanta el
matrimonio para dirigirse a la puerta de salida. Al arrancar el autobús, el
chico se cambia de asiento, sentándose en el asiento que estaba delante de mí
al lado del pasillo. Veo que saca su móvil. Lo ladea un poco hacía mí. Comienza
a teclear y una vez escrito lo mantiene firme durante un rato. Era como si quisiera que yo lo leyera. Resultaba
increíble, pero como uno ya está muy al
tanto de miraditas y señales. ¡Pues sí!, no lo he podido evitar.
Ya veis. Lo he leído, y ahora seréis vosotros los que no es
os podéis ni imaginar lo que ha escrito: Hola, me gustaría conocerte.
Ya veo que os habéis quedado con la misma cara que se me ha
puesto a mí, jajajajaja, vamos, de incredulidad total. En ese momento el autobús se ha detenido en mi
parada y de un brinco he salido por piernas. No es porque el chico estuviese
mal, al contrario, es muy guapete. Me estaba esperando mi mujer en esa misma
parada para ir a comer.
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¡Ligando en el bus! ¡Toma ya! ;)
ResponderEliminarYoooooo? jajajajajajaja
EliminarLo bueno que tiene la vida real es que a veces supera a la ficción y te encuentras con situaciones como esta que...no sé, te dan un subidón y una sonrisa aunque se hayan quedado solamente en eso, ¿no?
ResponderEliminarA mi me gusta más ir andando a todas partes pero voy a tener que replantearme estas preferencias ;)
Un abrazo.
Totalmente de acurdo. ¡ah! caminando también se dan circunstancias de lo más increíbles, y en una tienda, y en..... ya os iré contando alguna que otra experiencia que he tenido. Hasta yo mismo me sorprendo.
EliminarGermaaaán, que se te escapan las oportunidades!! jejeje... qué envidia. Estas historias te dan vidilla. Haberle dicho tu mail "secreto" y por ahí ya le hubieras conocido con más calma. Un jovencito de buen ver no se puede dejar escapar así como así. Caray, buena idea esa del móvil... tomaremos nota.
ResponderEliminarGermánnnnnn, ligando tuuuuu???? Y en el autobús? Ahora que con tu porte, quien no se fija contigo?
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