Cuando llega el otoño y la noche acelera su ritmo, mi corazón se encoge buscando la soledad de mi ser.
Es el momento de refugiarme en mis entrañas, en mi yo, de no sentirme ser un objeto de la sociedad. Es el momento de soplar en la presencia de mi vacío. Hundo la cabeza entre mis piernas preguntándome cuál es la razón por la que un día decidí venir a este mundo, y aunque a veces parece que la he encontrado, estoy seguro que no es así.
Puede que sea el momento de romper con todo y volar, dejar de ser el hombre que vive aprisionado en sensaciones deseadas para conocer la realidad de mi existencia. No quiero seguir repitiendo errores del pasado.
Esta tarde cierro los ojos y me dejo llevar por la existencia. Aún queda camino por recorrer hasta encontrar le verdad.
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