Fresca, deliciosa, dormida a mi vera,
imaginaría. Así la siento todos estos días de ausencia. Ya no quiero que me
duela, prefiero cubrirla de besos atrevidos y desvergonzados. De esos que
estremecen su piel amándome hasta lo más profundo. El pudor quedó olvidado
entre nosotros hace años, más bien décadas. La complacencia es nuestra.
Nos amamos desde la distancia algunas
veces, otras desde el roce de nuestros cuerpos, y siempre proyectándonos el uno
en el otro, como dos seres completos que no necesitan de mitades para ser uno.
Su cuerpo silencioso me cubre en la
noche. Al despertar beso su piel acariciándola con la mía. Es el momento de
hacer magia con nuestros deseos. Secretos apasionados en los que los juegos se
vuelven goce eterno. Entrar en ella me vitaliza.
Sonrió a la vida porque vive en mi
existencia. El amor recorre nuestros cuerpos convirtiendo en sagrado el
centelleo que nos une.
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Hola
ResponderEliminarMe gusta mucho tu blog no sólo por lo que cuentas, sino por la forma en que lo cuentas.
Creo que transmites muchísimo más con tus palabras, que por las imágenes (que son preciosas también).
Ojalá todos tuviésemos tu facilidad de palabra, jeje.
Saludos.
Pablo G.
Gracias Pablo. Siempre me ha gustado ser escribidor de palabras, y es bonito que te digan que llegas cuando los engarzas. Lo hago desde los sentimientos, quizás esa sea la razón. Si te apetece estaré por aquí transmitiendo, dejándome seducir por lo que siento.
EliminarUn abrazo.
Ya falta poco...bueno, seguro que ella ya está ahí! :-)
ResponderEliminarMás o menos, pero menos que más, aunque ya falta menos. ¡Menudo garibatias! jajajaja.
EliminarUn abrazo.