miércoles, 24 de junio de 2015

Estoy sin estar


Hoy cuando he visto esta fotografía en el muro de un buen amigo, que por cierto aprovecho para felicitarle en su santo que hoy es San Juan, me he visto reflejado despertando en mi todo un mundo de contradicciones.


Si os detenéis a mirar al hombre que repara en el objetivo de la cámara, veréis que lo hace con tanta intensidad que se ausenta del abrazo del otro. En definitiva esta posando, perdiendo así el momento todo sentimiento. No está mirando hacía la piel del amigo, ni perdiendo su aliento entre sus pliegues. Hasta su mano parece no tocar. Está como quien está en otro sitio, esperando el autobús o comprando en el supermercado.

En cambio el amigo intenta con sus manos acercar la cabeza de su pareja hacía su cuerpo, incluso gira la cabeza de tal modo que denota placer, sentimiento, emoción… posicionándola de tal modo que deja el cuello al amparo de unos labios que no le han de besar.

El fotógrafo ha captado con mucha belleza dos tiempos distintos. Por eso me he visto reflejado en el, porque muchas veces me pregunto que hago yo por aquí. Porque así mismo, con esa ausencia, me he comportado las pocas veces que he abrazado a un amigo.

Esta tarde, sin más, hablando con otro buen amigo, me decía que no entiende como un hombre puede sentirse atraído por otro hombre ya pasados los cuarenta. Parece ser que lo normal es que uno se haya sentido fascinado desde siempre por los hombres, aunque se enamorase de una mujer y llegase a casarse con ella. Inmediatamente he recordado esta fotografía, reparando que igual lo que me pasa es que he llegado a este deseo tan tarde por otras causas, como puede ser una crisis emocional ante la falta de trabajo y el estrés, y que lleva a una crisis de pareja en la que ya no te dicen te quiero, ni que guapo estás, ni te cogen de la mano cuando te sientas a su lado en el sofá y el sexo pasa a ser una rutina que disgusta más que agrada. Hasta me dijo que tenía que ganármelo.

Entonces llega un hombre por casualidad en una playa nudista y te mira a los ojos con ojos de deseo, y después de una larga conversación te dice lo maravilloso que eres, te dice guapo mil veces y alaba tu virilidad como nunca lo ha hecho tu mujer. Ya lo cuento en mis primeros relatos, fue cuando un hombre me decía por primera vez que mi paisaje era muy bonito, cuando me lanzo tantos piropos que creció en mi una agradable sensación ya perdida después de tantos años de matrimonio.

Tal vez este deseo, estas inquietudes, estas ganas se formasen ante una falta de cariño, porque ahora que ella me vuelve a coger de la mano, que me dice que estoy guapo o me lanza un te quiero casi en silencio, me voy dando cuenta de que me cansa todo esto, de que es fácil preguntarse que hago yo por aquí.

Un tántrico al que acudí hace ya más de un año, al contarle lo que me pasaba, antes de alinear mis chacras y pasar al maravilloso masaje, me dijo que mi corazón se mueve por los afectos, que para que pueda tener sexo con alguien, sea hombre o mujer, debo sentir cariño, simpatía, en una palabra, amor de amigo. Añadió que estaba seguro que guié mis pasos hacía el abrazo de un hombre por dos motivos. Uno, porque un hombre fue la primera persona que me piropeo de un modo especial, con deseo. El otro, porque si lo hubiese hecho hacía una mujer, hubiese sentido que le había fallado, ya que una mujer puede darme lo mismo que ella, y en cambio un hombre no. De esa forma no solo hubiese sido consciente de haberle hecho daño a ella, sino que me hubiese hecho daño a mi mismo al tener sensación de infidelidad. Si algo es bien cierto, es que entonces me sentí huérfano de sentimientos, que era verdad que necesitaba de un afecto con el que no se me correspondía.

Se que el poder de la mente es grande, que no es descabellado lo que pienso en voz alta. Os puedo asegurar que es más fácil desnudarse de cuerpo que interiormente. Expresar los sentimientos puede producir más pudor que mostrar la piel que en definitiva todos tenemos.


Llegados aquí, hay que ver lo que una fotografía puede remover en nuestro interior. Puede que sean los ojos que la miran, si es así, los míos la ven con ausencia y desinterés. 



         

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4 comentarios:

  1. me he acordado de otro blogger que descubrio que es gay a los 40 años, yo solia ser de mente muy cerrada, muy conservadora, pero poco a poco voy aceptando que en la vida hay muchas tonalidades, no solo blanco y negro.

    la sexualidad es otro aspecto de nosotros como seres humanos, lo que pasa es que se ha estigmatizado tanto, nos han dicho tantas veces como debe ser, que cuando descubres todo el mundo de posibilidades, asusta, a mi me asusta, pero poco a poco trato de aceptarlo y verlo como lo que es, una parte mas de nosotros mismos.

    salu2

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    1. Así es Rajesh, no todo tiene por que ser blanco y negro. La bisexualidad es mal comprendida también entre los gays. Hay algunos que solo quieren sacarte del armario creyendo que su experiencia es extrapolable a todos. Nada más lejos ya que la sexualidad de cada uno es eso, única. Y aunque es bueno conocer otras vivencias no son las tuyas y por tanto no tienes porque asumirlas.

      Lo mejor que podemos hacer es asumir como somos, aunque ello conlleve un periodo de aceptación que puede ser muy doloroso, pero que al final nos hace ser felices. Un abrazo.

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  2. Ese "estar sin estar" es de las peores sensaciones que una persona puede transmitirle a otra porque expresa una falta tan grande de interés y de sentimiento que a mi modo de entender es abrumadora y desoladora. Y en esto sí puedo hablar con conocimiento de causa porque ya la he vivido y el efecto sobre la sensibilidad y la autoestima del "no-ausente" ( es decir, del que sí que está ) son desastrosos.
    En cuando a la bisexualidad ya te he hablado mucho de esto pero es cierto, dentro de los gays también está incomprendida, y en casos como el que describís siempre se dice "él siempre fue gay pero hasta los 40 no lo aceptó", o que "dentro de cada bisexual no hay más que un gay reprimido" y todo tipo de tópicos, siempre empeñados en definir, etiquetar y no querer admitir que como dices tú entre el blanco y el negro hay una amplísima gama de grises. Por suerte el remedio está en la mano de cada uno y no es más que saber que la felicidad propia solo reside en aceptarse a uno mismo y no en tratar de "encajar" en las categorías ajenas.
    Como siempre, un abrazo.

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  3. Desnudar el alma, que complicado y difícil de hacer por no decir imposible

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