Cuaderno de sentimientos

Comienzo en esta tranquila tarde de verano un cuaderno de sentimientos para dejar cada mes en él mis impresiones, pasiones, emociones o simplemente la palabra que me arrulla en ese momento. Y que mejor inicio que hacerlo escribiendo en junio sobre dos hombres que tan solo conocen sus inquietudes desde la sombra.

Así me siento hoy, como una sombra ávida de ti, por eso escribo apoyado en el agua que responde con mi sombra férvida en el reciente verano. No es una sombra que choca contra algo, sino más bien una sombra que deriva hacía otra sombra, que sueña con el imposible de su aliento. Una sombra mojada de anhelos en el reflejo de donde procede.

Ya ves, somos sombras que hablan, ríen, se ilusionan, están y miran alrededor buscando el existir. Sombras que ascienden en pos de la otra, haciendo suyo un momento que repercute en su interior dando luz a la opacidad de una vida sobrevenida. Una vida que no fue buscada ni deseada, sino que llegó reflejando las variedades de lo natural.

 

No quiero hacerme daño idealizando como es el que produce esa sombra. Prefiero tener su imagen incorpórea, como la de un ángel que me alcanzó un día para dar luz a mi sombra.

Realmente somos sombras de nosotros mismos porque la sociedad no nos deja proyectarnos en propio escenario, aunque más bien son nuestros miedos los que hacen crecer las sombras que lanzamos a la calle a cada paso.

Nos sentimos frágiles, deleznables, débiles, al igual que le ocurre a una sombra cuando otra mayor se superpone sobre ella. Solo puede romper tanta inconsistencia la luminosidad dada en el lado opuesto, el de querer vivir con la paz que arrulla la cercanía de nuestras vidas.

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