Puede que estas semanas parezca que
estén llenas de deseos reprimidos y momentos inalcanzables. La verdad es que he
entrado poco en el blog, por no decir nada. Pero ese poco no es porque alguien
me lo prohíba, sino porque he llenado mi vida con otras secuencias que me
hacían feliz. Una felicidad que tiene nombre de mujer y está a mi lado dese
hace veintisiete años. Ello no quiere decir que no os echara de menos, que de
una u otra forma configuráis parte de mi vida, es más con algunos de vosotros
he compartido memorables conversaciones, vitales en mi crecimiento personal.
Comprendo que sin pretenderlo he
creado estos días una distancia tan grande que hasta un amigo con el que he
chateado en abierto por el face me preguntaba a raíz de la última entrada del
blog que porque reprimía un deseo tan primario, imagino que se refería al sexo.
Sus palabras me han hecho pensar si estaba en lo cierto o es que mis entradas blogueras
se prestan a confusión, quizás parezco decir entre líneas lo que me callo,
vamos, lo que supuestamente pasó en aquella playa, y que no pasó, que fue una
estancia de lo más casta y pura, aunque cueste de creer. Gracias a él he
repasado instantes del pasado, llegando a preguntarme: ¿Reprimo mis deseos de
hombre o en realidad no hay deseos?
Esta claro que muchos de mis
textos así lo dan a entender. Algunos son producto de lo que me dice una
fotografía encontrada en algún rincón de internet, otros son por petición
expresa de alguno de vosotros, otros recogen experiencias propias, y sí, otros vienen
de deseos no cumplidos, a los que no considero reprimidos, porque lo serían si
solo pensase en mi mismo, en lo que quiero y no consigo. Pensar en los demás ha
hecho que esos deseos sean solo eso, deseos sin más. Unos deseos que no me
causan ningún pavor, freno o pena el no cumplirlos. No interfieren en negativo en
mi vida, más bien en positivo pues la enriquecen con valores que otros no
conocerán en su existencia.
Se que es complejo, y que muchos
de vosotros pensáis que vivís en un mundo de deseos reprimidos por no tener los
abrazos de un hombre. Intentad al menos poner en practica lo que os digo, interiorizad
hasta aceptar vuestra propia liberación. Es verdad que he pasado por momentos
muy duros, que os he transmitido mis pesares, altibajos y mutaciones, pero
también es cierto que llevo años aprendiendo que uno no debe ni puede ser el
centro del mundo, ya que si es así, sin duda nuestra vida estará llena de
deseos reprimidos. Ahora busco mi paz interior desde la paciencia, comprensión,
cariño por uno mismo y aceptación... como dice mi tántrico, “todo ello requiere
tiempo”.
Si de algo me reconozco es de que
soy honesto, buena persona, de esas que empatiza con los demás, pero de los que
no sucumbe a los pretensiones de aquellos que miran solo por si mismos. Valores
que considero importantes para no ser un hombre reprimido. He aprendido a creer
en mis verdaderos deseos, y esos pasan en este momento por compartir mi vida
con mi mujer. Todo lo demás forma parte de mi proceder pero no de forma
principal, así que no echo de menos nada, por lo que no hay deseos reprimidos.
Tal vez todo pase porque he
deseado un amigo especial. También he deseado abrazos fuertes y tiernos, y …
pero no los he encontrado. Cuando creía tenerlos, se desvanecían al poco tiempo
como humo en el cielo. Pensaba solo en mi y en mis circunstancias, pero aprendía
con cada paso que en realidad no deseaba todo aquello, porque si lo hubiese
hecho con ímpetu los habría tenido. Sin duda ayudó un bajón emocional ante la
falta de trabajo y ciertas circunstancias familiares, que me condujo hasta el abismo.
Considero que nos han educado
para que los deseos reprimidos lleguen a ser parte inherente de las personas. ¡Sí! como una sanguijuela que va chupando nuestra energía vital hasta apagarnos
en el rincón más oscuro del alma. Una embaucadora que nos hace ser infelices.
Hay que recordar que nuestro gozo se forma en el interior, en nuestra alma. Cuesta
encontrarlo, pero se puede.
Sabias me son siempre las
palabras de Séneca, por eso os dejo con estas en las que forma a Lucilio al
respecto de lo que os hablo: “Te diré
cómo conocerás un alma sana: si ella está contenta de sí misma, si tiene
confianza en sí, si sabe que todos los deseos de los mortales, todos los
beneficios que se dan y se piden, no tienen ninguna importancia en la vida
feliz. Pues a lo que algo puede añadirse, eso es imperfecto; goce de lo suyo
aquel cuya alegría ha de ser perpetua. Mas todo lo que el vulgo desea
ardientemente fluctúa de aquí para allá: la fortuna no da nada con derecho de
propiedad. Pero también estas cosas fortuitas deleitan cuando la razón las
atempera y combina; ésta es la que hace valer los bienes externos, cuyo uso es
desagradable para los codiciosos.- Atalo solía echar mano de esta imagen: “¿Has
visto alguna vez a un perro cogiendo con la boca abierta un pedazo de pan o de
carne que le lanzó su dueño? Cualquier cosa que ha recibido, en seguida la
devora integra y siempre abre la boca en espera de lo que ha de venir. Lo mismo
nos sucede a nosotros: cualquier cosa que la fortuna ha arrojado a los que
estamos esperando, eso lo engullimos al instante sin ningún placer, erguidos y absortos
en la espera de una nueva presa”. Esto no sucede al sabio; (pues) está saciado.
Incluso si le sale al encuentro algo, lo recibe tranquilamente y lo deja: goza
de la alegría suprema, continua, suya.”
No me malinterpretéis, que para
nada me considero una persona sabia, pero si un hombre que vive con alegría,
ilusión y deseo por ser mejor. Sed felices, que os lo merecéis.
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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor
por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia.
En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará
inmediatamente
El caso es preguntarse: ¿qué entendemos por ser reprimido? Mi teoría es que siempre que estemos actuando conforme a nuestros valores y principios, tengamos claro qué queremos y seamos felices con nuestras acciones diarias, nadie es quien para dedicarnos un adjetivo que admite amplias acepciones. Interesante reflexión la tuya de hoy, gracias por compartirla.
ResponderEliminarAhí estamos, Marcos. Eso es lo que pienso. Vosotros sois los que me ayudáis muchas veces con vuestras palabras a reflexionar y fruto de ello, voy siendo cada vez más feliz al encontrar mis verdaderos deseos. Un abrazo.
Eliminar¿De que sirve vivir si no vives y no haces lo que te gustaría realmente?, esta bien pensar en los demás, pero también en uno mismo, es un tópico pero es verdad: solo se vive una vez y ya estamos en este mundo que menos que intentar pasarlo lo mejor posible, por que malos momentos siempre abra, pero los buenos que hayas tenido, esos que te llevas y que te quiten lo bailado, como se dice.
ResponderEliminarSaludos!
Hola Chris. Veo que en el fondo compartimos lo mismo. Como tu bien dices se trata de hacer realmente lo que a uno le gustaría. Por tanto no se trata de vivir o no vivir ciertas experiencias, se trata si las deseas vivir de verdad o no. En la playa yo no buscaba tener sexo con nadie, por tanto no son deseos reprimidos, lo serían si era lo que deseaba y no lo hubiese encontrado. Un abrazo.
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