En la vida vivimos experiencias
que nunca hubiésemos creído ser capaces de realizar. De todos vosotros es conocido
que me encanta el nudismo. Desde siempre me ha atraído el bañarme desnudo, pero
nunca me había atrevido. Hasta que un día, en una playa de una belleza
exquisita ni lo dude. Me sentí liberado de muchas cargas que arrastraba desde
hacía tiempo, sin importarme la gente que estaba allí disfrutando como yo del
momento, pero lo que nunca hubiese imaginado es que algún día caminaría desnudo
por la sierra en lo que se califica como senderismo nudista. Todo un goce para
los sentidos.
Por lo que puede desprenderse no
fui yo el que tuvo la idea de practicarlo. Conocí a un buen amigo que ama la
sierra como a su vida, conoce rincones y parajes en los que la soledad te
envuelve hasta integrarte en ella, sintiéndote que siempre has estado allí. Un
día me invitó a conocer uno de esos magníficos paisajes. La belleza del lugar
me subyugó con su abundante vegetación, hasta el aire, tan puro y virginal, te
empachaba deleitando todo el cuerpo.
Tras caminar durante un buen
tiempo, decidimos descansar bajo unas centenarias encinas. Estábamos hablando
de nuestras cosas, cuando me dijo que a él le encantaba andar desnudo por la
sierra confundiéndose con las piedras, los romeros o jaras, que si no me
importaba le gustaría hacerlo.
Indudablemente no me importaba, es más no tuvo que
convencerme para hacerlo yo también. Liberados de nuestras ropas caminamos por
sendas y caminos en un momento que recuerdo como muy agradable y placentero.
Reconozco que al principio, cuando pasábamos por un claro me inquietaba que
alguien pudiese vernos, pero de inmediato las fuerza de aquellas altas y
hermosas montañas acallaba mis miedos.
Repetimos la experiencia varias veces, recordando como la
mejor aquella en la que nos adentramos en un cálido día de primavera por un río
de montaña arropados por la densa vegetación.
Ascendíamos por su curso desnudos, con la pequeña mochila al hombro y las deportivas colgando de ella. Unas veces nos cubría el agua hasta la cintura, otras solo bañaba los pies. Casi nadábamos en algunos tramos con la mochila en la cabeza.
Ascendíamos por su curso desnudos, con la pequeña mochila al hombro y las deportivas colgando de ella. Unas veces nos cubría el agua hasta la cintura, otras solo bañaba los pies. Casi nadábamos en algunos tramos con la mochila en la cabeza.
Pasábamos por pequeñas cascadas refrescándonos o descansado
a su vera tomando el sol como lagartos sobre una piedra. Fue una experiencia
increíble que espero repetir con él. Es un buen amigo al que respeto y guardo
afecto.
Si algún día tenéis la oportunidad de adentraros por
solitarias montañas, no lo dudéis, es un goce sentirse parte de la naturaleza.
He leído en internet que hay asociaciones nudistas que organizan actividades de
este tipo, hay una prevista para este mes en Benidorm. Interesante y atrayente,
aunque nada que ver el hacerlo con buenos amigos con los que respirar y sentir
en tu piel el maravilloso espectáculo de la naturaleza.
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inmediatamente
Hola Germán! Me ha gustado mucho esta entrada, porque se adentra en algo que no he hecho como tal. He hecho nudismo en playas e incluso andado por pinadas cercanas a playas, pero nunca me ha surgido la oportunidad de hacerlo en una montaña remota. La sensación de libertad debe ser increíble. Gracias por compartirlo ;)
ResponderEliminarLa verdad es que si. Te sientes integrado totalmente en ella. Caminar durante mas horas y no encontrarte a nadie es una gozada. Eso si con sus descansos y asuetos.
EliminarYo he hecho nudismo en el campo, y aunque no sea lo mismo, es igualmente genial.
ResponderEliminarPues ya sabes que no has de perderte la más miníma oportunidad, aunque ahora, la verdad es que no apetece nada de nada, jejejeje. Para mi la mejor estación es la primavera, en esos días cálidos en los que no se da un calor sofocante y se goza más de caminar desnudo.
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