Te miro. Con esa media sonrisa que tanto te gusta. Dices
que ilumina mi rostro, que te invita a desear mi piel. Sabes que no es
provocada. ¿Oh sí? La provoca el verte, el sentirte tan cerca que ya nada más
importa.
Una tarde me dijiste que, si buscaba caminos de
hombre, tal vez podrías acompañarme. Nos conocíamos por las palabras que
nuestros dedos tecleaban en el ordenador. Conectamos pronto. Nos sentimos
cercanos. Supimos en un instante que la vida nos había encontrado.
La primera vez que te vi me gustó tu sonrisa,
abierta y franca como tú. Un mar sin olas acompañaba la escena entre casas
apelotonadas. Las manos se entrecruzaron creando una amistad que continúa
cercada de norias.
Pasamos el día en un paraje blanco de agua y arena
encendida por el sol de la montaña. Hablamos viéndonos las caras, desnudos los
dos, risueños, dorados, mojados por el mar o tendidos bajo la sombrilla de
rayas azules. Andamos entre sueños y sendas escuchando como el viento unía
nuestras almas.
Volvimos a pisar el vacío pueblo, entrando en la
alta casa embadurnados por la arena de la tendida playa. Refrescados los
cuerpos hablamos sin tabúes hasta quedar abrazada nuestra piel.
Todo brotó espontáneamente, como buscado entre confortadores
sueños. Cuando me pregunto el porqué, solo puede decir que llegó porque estaba
escrito en el porte de los guerreros de la vida.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor
por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia.
En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará
inmediatamente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por compartir este viaje