Cuando
alguno de vosotros me escribe contándome sus inquietudes, sus desazones, sus
ganas, sus realidades, se crea un nexo de afecto que se mantiene latente aunque
medien años sin saber nada más de esa persona.
Eso
es lo que me ha ocurrido hace un par de semanas al recibir noticias de un amigo
mexicano. Ha sido mucho tiempo sin saber de él, así que muy grato conocer de su
viaje, de sus paradas, de su vuelta. Ahora he comprendido su ausencia, sus
momentos los llenaba un amigo con el que compartía su lado más oculto. Tanto
que por miedo a ir más allá han aparcado sus abrazos, sus miradas cómplices,
sus caricias de piel, para vivir ahora desde el recuerdo más querido. Es su
decisión, y sin duda la mejor que podían tomar.
Días antes
recibí un mail desde la Costa del Sol en España, que hizo diese un vuelco mi
corazón. Está vez si que llegue a conocerle en persona. Siempre lo he
considerado uno de mis mejores amigos, uno de mis mejores compañeros de viaje.
Con él he conversado muchas veces por teléfono y hemos compartido extensos
correos en los que nos transmitíamos aquello que sentíamos. Estoy seguro que de
no haber mediado tantos kilómetros de por medio hubiésemos sido buenos amigos,
vosotros ya me entendéis.
Le conocí
por causalidades del destino hace unos tres años. En mis vacaciones de verano
pasaba cerca de donde vive y pude escaparme para saludarle. Soy consciente que
cuando nos vimos hubo feeling, que aquel abrazo encerraba muchas sensaciones
transmitidas hasta entonces en palabras. Solo pudimos dar un pequeño paseo por
la playa, accediendo por un paso entre las cañas. Fueron tan solo tres segundos
que perduraron como si hubiesen sido felices
horas. No hizo falta más. Sentados en la cafetería de un conocido centro
comercial supimos que la distancia marcaría nuestras vidas.
Un año
después despareció de mis palabras para aclarar su vida. La tarde de Reyes me
envío el mejor regalo, saber de nuevo de él, de que todo seguía como antaño. Su
esposa, sus hijos, su trabajo, todo su mundo continuaba formando parte de su mundo.
Le echaba de
menos. El fue uno de los que más me ayudo a esclarecer mis momentos, a
conocerme, a encontrarme. Sabía que necesitaba de tiempo para reflexionar, por
eso solo le dije que siempre estaría a su lado. Ahora, su reencuentro me llena
de alegría.
Ambos amigos
forman parte de este viaje, reencontrarles ha sido inesperado, pero gratamente
hermoso.
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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor
por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia.
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inmediatamente
Hermosas palabras para expresar hermosas vivencias.
ResponderEliminarLa vida nos regala buenos amigos con los que compartir nuestro viaje y, aunque podriamos viajar solos, cuando viajas acompañado te das cuenta que, asi, es muchisimo mejor.
Me alegro mucho que estes viviendo estos momentos, German.
Sabes que somos muchos los q nos vemos reflejados en tus escritos.
Te seguimos de cerca.
Un fortísimo abrazo, de esos que valen mas que mil palabras.
Hotdardo
Ignoro porqué me llegan comentarios al correo como que han sido subidos aquí y no aparecen. Deciros que no soy yo quien no los ha dejado subir o los ha borrado. Nunca lo he hecho. Gracias por opinar sobre las entradas. Un abrazo amigos.
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