En verano las piscinas dan mucho
juego. Sean privadas o públicas, son el terreno perfecto para mirar y ser
mirados con indiferencia o con mucho morbo. Depende de gustos, cuerpos y
deseos, pero sin duda son el camino para el disfrute.
No hay que ser un lince para ver
que en las piscinas privadas comienzan muchos juegos de agua bajo una inocencia
buscada. Ropa ligera o ausencia total, despistados roces en el agua, rebuscados
instantes de piel que excitan todos nuestros poros. Son muy pocos los que se
resisten a tan mágico influjo, y los que lo hacen es por actuar con la cabeza y
no con el deseo. Vergüenza, miedo, amor… incluso inocencia evitan dar más de un
paso, que si supiésemos al cien por cien que no iba a tener consecuencias
posteriores en nuestras aclimatadas vidas más de uno se haría caminos enteros.
Recuerdo mi primer baño desnudo
en la piscina de un amigo. Teníamos 14 años y ante el requerimiento de uno, ¡bañadores
fuera!. Jugamos chapoteando, hundiendo al otro, saltando por encima o nadando
entre sus piernas. Pasando entre brazadas y buceo por en medio de aquellos reciclados flotadores que antes
fueron cámaras de las ruedas de un coche. Fue todo inocencia pura. Hasta que
salimos del agua. ¡No! No os vayáis a pensar que fue mi estreno sexual, nada
más lejos de la realidad. ¿Oh, sí? porqué por primera vez vi una polla erecta
que no era la mía. Aquella visión no supuso nada en el resto de amigos,
incluyéndome a mi. Pero el chaval se paseo por el borde de la piscina con el
pene duro, a reventar, exhibiéndonos todo su potencial. Ahora con todo lo que
he aprendido desde aquí, puedo imaginar que si hubiese habido otro lanzado,
como mínimo, unas pajas colectivas. Eso si, habría que haber estimulado la
imaginación con algún chisme o relato excitante, como aquellos de folleteo con
la tía buena del pueblo entre el heno, porque el resto estábamos más dormidos
que una lombriz. Recuerdo que aquellos relatos de encuentros en la vega o entre
los montones de paja en medio del campo con aquellas chicas de piel suave y
tersa si que estimulaban mi entrepierna.
Imagino que recuerdo la situación con nitidez por las vivencias de este tiempo, ya que entonces no le di mayor importancia, que a esas edades es lo más habitual tener un buen empalme. Es más hacía muchísimos años que no había vuelto a recordarla, reparando en ello al hablar de juegos en el agua de una piscina. Aquel aprendiz de macho exhibiéndose delante de sus amigos en toda su exuberancia pedía saciar sus instintos más primarios. Era otra educación y otros tiempos.

Si jugáis este verano en la
piscina, que vuestros juegos sean un disfrute para los sentidos.
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vaya, me doy cuenta de lo que me he perdido xD, y es que yo nunca he estado en una piscina, la razón es sencilla y es que no sé nadar, de niño nunca tuve la oportunidad de aprender y ya de adulto me da un poco de pena y hasta miedito.
ResponderEliminaraun asi debe ser muy disfrutable nadar, con un calorcito de verano y con un panorama hermoso...
salu2
No hay que perder la esperanza, que no todas las piscinas son profundas, en muchas tocas pie. Así que todo es buscar y encontrar, para vivir sensaciones maravillosas.
EliminarSiempre estás a tiempo para tomar un cursillo de natación
EliminarWell that's a beautiful, Summer-y post!
ResponderEliminarThe last picture though... Want that. :)
El verano nos deja bellos recuerdos si nos abrimos a ellos
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