martes, 24 de febrero de 2015

En los limites de la fidelidad



Parece que pensamos solo en nosotros, en nuestros deseos y placeres, pero no es así. Una seguidora del blog me preguntaba el otro día si su marido pensará en el daño que le hace cuando está con un hombre, si era consciente del sufrimiento que le ocasionaba, si el otro también era consciente del daño que causaba. La comprendo, pero al intentar ponerme en su lugar solo puedo experimentar su angustia y amargura, pero no la de otras mujeres u hombres, porque cada pareja siente y vive de una manera. En mi caso, pienso tanto en el daño que podría ocasionar a mi mujer que el que sufre soy yo hasta cotas de desesperación, y eso, que no hago nada.


Todo se debe a la fidelidad, a esa palabra que nos exige decidir lo que se ha de hacer en el futuro. Es como si fuésemos dueños de nuestro destino, pero no siempre es así. Creo que es más bien un hecho aprendido de la sociedad en la que nacimos, ya que los jóvenes no piensan como nosotros.

Nos han educado para apreciar la fidelidad como uno de los valores más importantes en la relación de pareja, circunscribiendo el matrimonio a esa máxima. Una máxima que se da cuando ciertos deseos aparecen por diversas causas. Para mi la fidelidad se entiende en el amor, no en el sexo, pero sobre todo en lo que entiendan por fidelidad ambos. Está en la complicidad de una pareja, en que cada minuto a su lado sea un deleite para ambos en todos sus exteriores e interiores, incluidos en los del silencio.

Alguien puede decirme que con estos pensamientos, ¿porque desear el abrazo de un hombre?. Creo que ya os he respondido, no es amor lo que se busca, sino sentimiento y vida, el no zozobrar en las emociones, el no vivir desde las preguntas sin sentido, desde la tristeza de las ausencias. Más duro es caer en una depresión o en una lánguida vida que no aporte felicidad a la relación de pareja.


Otra cosa, es que ese deseo de abrazo de hombre solo ocupe tu vida, que tu esposa solo pase a ser la madre de tus hijos o que simplemente os hayáis acostumbrado a vivir juntos. Entiendo que has descubierto tu homosexualidad y te cuesta aceptarlo porque imaginas que todo lo que te rodea no va a comprenderte. Sinceramente, sería mejor no hacerte más daño, y más aún, no hacerle más daño a ella, ya que el amor ha desparecido.



Sé que me estoy metiendo en complejidades que solo atañen a dos, al hombre y a la mujer que un día decidieron unir sus vidas. También sé que cada pareja es un mundo con propia definición y solución, que lo que es bueno para unos, no lo es para otros. Po ello, hay parejas que al saber de la bisexualidad de uno se vuelven cómplices viviéndola a dúo, y eso no quiere decir que vayan buscando sexo fuera de su relación para ambos o para uno de ellos, aunque también ocurre. Simplemente se acepta como parte integradora de un todo, valorando lo que la persona significa y lo que verdaderamente coexiste en su interior. En definitiva es querer al otro como es, sin intentar cambiarlo.

Pero también ocurre que al conocer de la bisexualidad de su pareja no se entienda, y llegue la ruptura, aunque también ocurre que se opte desde el amor por intentar salvar su matrimonio. En este caso siempre planeará la duda, la pregunta de porqué, ¿porqué a mi?. Una pregunta que no tiene respuesta. ¡Oh si!, pues se encuentra desde el karma, o al menos para mi. A esta vida venimos a curar viejas heridas, pues de acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores.


En muchas ocasiones la bisexualidad de uno se vive con dolor por su pareja cuando está descubre que su marido necesita también de los abrazos de un hombre. No todas las mujeres, ni todos los hombres, están preparados psicológicamente para aceptar que su marido les ama desde su dualidad.




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6 comentarios:

  1. Sobre esto ya te di mi punto de vista más veces y es el de que no hay soluciones universales. Como bien dices el concepto de fidelidad no es el mismo para todo el mundo: hay quien piensa que el sexo por si mismo no es más que eso, que sexo, y que la fidelidad es algo que se refiere exclusivamente al campo de los sentimientos; otros piensan que si amas a una persona es porque esa persona colma todas tus necesidades por completo y por tanto no le tendría que hacer falta ir a buscar sexo -o lo que sea- fuera de su casa. Yo sinceramente pienso esto último, que independientemente de la orientación sexual cuando se ama a alguien no se debería sentir necesidad de estar con nadie más...pero claro, en un matrimonio donde él o ella son bisexuales, hay una parte de la sexualidad de uno de los miembros de la pareja que el otro no va a poder satisfacer por mucho que pretenda hacerlo...entonces, ¿qué se hace en esos casos?...pues por supuesto, pensar sobre todo en los sentimientos del otro y después ver cuales son los límites que marca ese concepto de fidelidad, ver si son los mismos que los de tu pareja y después proceder en consecuencia. Si quieres de verdad a tu mujer y sabes positivamente que el atender esa otra parte de tu sexualidad iba a hacerle daño, el propio amor que sientes por ella ( o por él, si es una mujer la que tiene el problema ) va a decidir por ti mismo porque preferirás dejar a un lado cualquier cosa que pueda poner en peligro la relación con la persona que amas. Luego como tú dices no todas las parejas son iguales, no en todas se juega con la misma franqueza y claridad de sentimientos, no todas dan la misma importancia al concepto de fidelidad, puede que algunas puedan permitir que su cónyuge tenga encuentros con gente de su mismo sexo si con eso van a salvar una relación a la que dan más importancia que la que pueda tener el mero sexo...como siempre te digo también, uno sabe cuando está haciendo bien o mal por los sentimientos que despiertan en tu corazón tus acciones, el mirar al interior debería bastar para hacer saber a cada uno qué es lo que debe y no debe hacer...
    ¡Ay que rollo te calcé!...un abrazo

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    1. Para nada me parece un rollo. Todo lo contrario, son sabios comentarios, que unidos a los que me hacen llegar por mail, me hacen pensar en ir publicándolos con el permiso correspondiente, pues es un tema que nos atañe a todos los que aquí nos asomamos.

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  2. Como en otras ocasiones, bastante de acuerdo con Germán y con Un-ángel. Cada uno sabe cómo va su historia. En mi caso, me he atrevido a hablarlo con mi mujer en tres ocasiones (Germán conoce mi historia bastante bien) y, como ya habré comentado antes, ella parece haber ignorado mis inquietudes sexuales. Si lo analizo objetivamente (cosa difícil al tratarse de sentimientos mutuos), entiendo que ella haya sentido mi declaración de bisexualidad como un peligro y, ante eso, haya decidido quizás no prestarle atención. A lo mejor con eso intenta conjurar esa amenaza; o, simplemente, evita pensar que ha fracasado como mujer al no atraerme al cien por cien. No lo sé pues tampoco se ha pronunciado claramente.
    Algo en mi conciencia me dice (como afirma Un-ángel) que no deberíamos buscar fuera de casa nada que pueda poner en peligro lo que tenemos allí. Decir que sólo se comparte sexo pero no amor no sé hasta qué punto es moral. Ni yo mismo lo tengo claro pues sólo una vez en toda mi vida de bisexual (¡o de homosexual reprimido, que a mis casi 50 años aún no sé lo que soy!) me he abrazado a un hombre y nos hemos besado y poco más, a alguien a quien tengo muchísimo aprecio; es decir, no fue un encuentro con un desconocido. Y me gustó y no me arrepentí ni me creó ningún cargo de conciencia. Y eso me asusta pues puede incluso que si ese encuentro se hubiese dado en otras circunstancias, habría compartido con ese amigo “más piel” que un solo beso. Y entonces, lo piensas fríamente y te dices: Y esto, ¿dónde deja a tu mujer, qué clase de respeto sientes por ella? ¿No la estás engañando disfrazándolo de “satisfacción de una necesidad puramente física” aunque te digas a ti mismo que amor sólo lo sientes por ella”? ¿No es eso jugar a dos bandas? ¿Qué pensaríamos nosotros si fuesen ellas las que obrasen así? Germán comenta que él entiende la fidelidad en el amor pero no en el sexo. Pero está más que claro que ama tanto a su mujer que no sería capaz de dañarla “aunque sea sólo en lo sexual”. Que nadie se lleve a engaño con su declaración de principios. Los que le conocemos sabemos de la importancia que tiene para él su pareja. Tanto que le hace sufrir el pensar en hacerla sufrir. Por eso entendemos y compartimos el sufrimiento interno tan intenso que se siente al saber que hay algo incompleto en nosotros, una fiera insatisfecha, hambrienta de algo que nuestra pareja no puede darnos. Pero ¿cómo hacerles ver que eso no pone en peligro nuestro amor por ellas? ¿Cómo explicar que completar esa necesidad masculina de otro varón me liberaría de una ansiedad y una infelicidad de la que ella no es responsable? ¿Cómo pretender que comprenda y acepte así, sin más, que al rellenar ese hueco me entregaría a ella más plenamente, más liberado, más cómplice? ¿No es eso egoísta? ¿No es engañarse uno mismo con una justificación pueril? ¿Estaríamos dispuestos a entrar en ese juego en la situación inversa? ¿Tenemos derecho a exigirles a nuestras parejas que nos compartan por el bien de la relación? El “bien” ¿de quién de los dos? Realmente, como dice nuestro anfitrión al final de su entrada, no estamos preparados psicológicamente (ni unos ni otras) para amar desde la dualidad. Yo he aceptado como penitencia el llevar esta carga en silencio para no dañarla. Así de ruin me veo a veces.
    No pretendo dar lecciones de moral. Vaya por delante, lo repito, que ni yo mismo sé lo que soy con claridad: amo a mi mujer, pero también siento el deseo de compartir algo con hombres desde la amistad: compartir charlas, un abrazo, un tocarnos las manos, o sentimientos sin sentirme avergonzado de ellos, o experiencias más puramente físicas si se dan las circunstancias. Este lío me hace sufrir hace muchos años. Por eso este blog y sus visitantes son tan terapéuticos para mí y por ello veo genial el que su administrador comparta con nosotros sus vivencias y esos correos que le llegan y que nos pueden ayudar tanto (y a lo mejor también nosotros a sus autores, ¡quién sabe!). Siento que esto también me haya quedado tan largo y plomizo, pero me ha sentado bien contarlo.

    Salud a todos!

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  3. Lo siento, pero querer estar con un hombre mientras tienes a tu mujer me parecen unos cuernos en toda regla. Parece diferente porque es mujer/hombre, pero te voy a plantear otra situación: imagínate que tu mujer quisiera estar con un hombre rubio a toda costa porque es lo que siempre le ha gustado, y en cambio está contigo que eres moreno. ¿Te parecería bien que se liara con un rubio, sólo porque es lo que le apetece en ese momento?

    Con eso me refiero a las parejas cerradas. Que hay parejas abiertas que funcionan perfectamente (y en ese caso, puedes liarte con quien quieras, al igual que la otra mitad de la pareja). Pero en una cerrada, no, no y no.

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    1. Gracias Drive por tu opinión, con tu permiso la subo al blog

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