Sin pretenderlo, la última tarde del verano se llenó de morbo, deseo, miradas y excitación. Muchas veces practicar el nudismo se mal entiende y aparecen situaciones no buscadas, ¿o sí? Al menos nosotros no las buscábamos, no era el momento ni el lugar. En realidad, somos extremadamente discretos y respetuosos con el naturismo.
El equinoccio del verano tocaba a su fin, aunque
no el meterológico. Con tan buenas perspectivas, cielos despejados, mar
tranquila y unos treinta grados de temperatura, decidimos que nada mejor que
pasar una tarde de domingo en la playa.
Ya era hora, que llevaba todo el verano
queriendo visitar una de mis playas nudistas preferidas y nada, cuando no
surgía una cosa lo hacia otra. Así que este verano me he quedado sin hacer nudismo.
Hasta esa tarde, en la que decidí acercarme con mi mujer.
Llegamos después de comer y para mi sorpresa
había muchos textiles en aquella zona. Anduvimos un poco hasta que fuimos
viendo nudistas. Decidimos instalar la sombrilla entre un chico con un perro y
una familia que se encontraban situados entre unas palmeras. A un par de metros de la familia había una
pareja H/M y a un par de metros del chico, hacía las dunas, un hombre y, hacía
el mar, una chica. Todos practicaban el nudismo, menos la familia que en esos
momentos estaban en el agua.
Cuando todo estaba dispuesto me quité el bañador
y me dispuse a gozar con intensidad de aquel momento de libertad. Mi mujer,
como siempre mantuvo el bikini puesto. Me acompaña, pero no lo practica.
Lo primero que hice fue bañarme. Bucear
sorbiendo el agua por toda mi piel, mimetizándome con los peces que pasaban a
mi lado. Una fusión total con la naturaleza.
Ya en la arena me tumbe a tomar el sol. La tarde
estaba placida. El chico se fue a bañar con su perro en lo que me pareció unas
ganas tremendas de dejarse ver. Buen cuerpo, bronceado en su totalidad y con
una polla bien morcillona. Corría por la orilla con el perro unos metros y
volvía. Ya podéis imaginaros a aquel hombre joven de cuerpo bien definido corriendo
por la dura arena, haciendo balancear su polla con fuerza. Cerré los ojos, y al
abrirlos vi que se había quedado quieto de espaldas al mar, tocándose la polla
con bastante asiduidad. Me pareció que me miraba, pero me dije para mis
adentros que estaba fantaseando demasiado. De repente, de las dunas apareció un
hombre en la cincuentena que se fue a bañar pasando muy cerca del chico. Se
bañó como con prisas y salió del agua volviendo a pasar por delante del chico.
Pensé que quería tema con él y le dejaba señales para que le siguiese. Señales
que no surgieron ningún efecto, o al menos mientras que estuvo en la playa.
Pasado un tiempo se dirigió donde tenía sus
pertenencias, rebusco en una mochila, cogió un par de cosas y se vino justo
delante de nosotros para liarse un canuto apoyándose en una palmera. ¡Claro!
estaba buscando protección de la suave brisa, tan suave que apenas se percibía.
¿Pero no tiene una palmera donde sus cosas? No sé, vamos a dejarlo en una
situación curiosa, sin más.
A todo esto, la familia alemana de padres, hijo e
hija, había salido del agua y al verse en una zona nudista, se marchó. El
hombre de la pareja H /M
solo hacía que sobarse la polla para tenerla morcillona o porque le excitaba
aquella situación de estar desnudo junto a su mujer en la playa. Por suerte la
mía estaba dormida y no se dio cuenta de nada.
En estas llega una pareja de chicos y se
instalan cerca de la pareja H /M.
Estos molan más, o al menos para mí. Les hice alrededor de los cuarenta,
llevaban barba y lucían un vello corporal que les hacía de lo más atractivos.
Casi ni se movieron. Ni cuando llego una pareja extranjera de H/M que acampó
entre ellos y nosotros. Y digo acampó porque llevaban una de esas pequeñas
tiendas que se abren al tirarlas al suelo. Los dos estaban totalmente
depilados, lo que no me gusta. Dicen que lo hacen por higiene, pero un amigo me
dijo que lo hacía para que pareciese más grande su pene, y me creo más esta
percepción.
Menudo morbazo nos ofrecieron a todos. Llegó un
momento en que se abrazaron, y ella comenzó a acariciarle la polla. Indudablemente
iba tomando forma, y el le quitó la mano porque pasaba gente por la orilla. Creo que lo
calentó bastante, porque se puso boca abajo, volviéndose a abrazar a ella. A
todo esto el vecino seguía sobándose la polla. Lo más curioso para mi es que no me
excitaba aquella situación, incluso llegó a parecerme de lo más normal. Mi
mujer había vuelto de bañarse y se puso a mi lado.
Pasado un buen rato el hombre de la pareja
extranjera se arrodilló sobre la toalla mirando hacia las dunas y luciendo una
erección total. Se limpió el capullo con la mano, se levantó, y se fue a pasear
por la orilla entretanto su pene volvía a la normalidad. Ella
sacudió la toalla sin más y se puso a tomar el sol. Imaginación al poder. Creo
que sobran las palabras.
Mi vecino tuvo que darse también cuenta de
aquello, porque dejó de sobarse la polla para acariciar el pubis de su mujer y
meterle los dedos. Aquella situación le había calentado bien, bien. ¡Joer! la
tarde estaba de lo más morbosa.
La nota de humor la puso un japonés que paseaba
con un amigo por la
orilla. Cuando vieron que era una zona nudista, se quitó el
bañador y le pidió a su amigo que le hiciese una foto. Entro en el agua, se dió
la vuelta, y se puso las manos sobre sus genitales, luciendo una sonrisa de
oreja a oreja. De repente se quita las manos de sus partes para levantarlas
hacia lo alto en oblicuo, y le pide a su amigo que le haga otra foto. Sonríe de
nuevo mientras posa. Sale del agua, se coloca el bañador y siguen su paseo. Me
gusto su sonrisa de felicidad, entre nerviosa y liberadora.
Decidimos marcharnos de la playa ya tarde, con
la sensación de que al quedarse solos algunos de nuestros compañeros subirían la
temperatura corporal. La última tarde del verano se convirtió en una tarde
llena de mucho morbo, miradas y secuencias de vida.
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Excitante despedida del varano
ResponderEliminarExcitante como el verano, suave como la brisa, cercana como el aliento.
EliminarYo tuve una larga temporada "hetero" con muchos sueños y fantasías gay y mucho mirar, observar mi entorno y buscar señales de lo que "pudiera ser" comportamiento "homoerótico" y no era, y mucho de asustarme y dar media vuelta cuando lo que "podía ser" realmente era. Es cierto que nunca he llegado a casarme ( al menos por ahora ) por eso sin duda fue muchísimo más fácil, pero llegó un momento en que fue casi hasta saludable mentalmente atreverme a dar el paso y hacer realidad aquello que hasta entonces eran solo sueños.
ResponderEliminarEvidentemente solo acabo de leer unas pocas entradas de tu blog y no te conozco para decirte lo que tienes que hacer, toma mis palabras nada más como un comentario lleno de buenas intenciones, ¿de acuerdo? Pero mi consejo es que no dejes correr demasiado el tiempo, porque el tiempo perdido llega un momento en que pesa como una piedra en el alma, como pesan también esas pasiones y deseos que no llegan a realizarse.
Un saludo con mis mejores deseos de felicidad para ti.