Somos como somos. Seres llenos de vida,
inquietudes, ilusiones, esperanzas… aunque, lamentablemente, una educación
programada para mantenernos alejados de nuestra libertad nos haya convertido en
esclavos de una sociedad manipulada, y por tanto, manipuladora.
En mi caso, descubrí mi lado bisexual
hace bien poco. Pero ¿qué hubiese pasado sin una educación tan ortodoxa que da
extrema importancia al pecado? Puede que todo hubiese sido como fue, o también
que hubiese despertado antes. Porque sin duda, como ya comenté en otras
entradas, creo que estaba latente en mi, escondido, esperando el momento
oportuno para aflorar. Como lo hizo en aquella maravillosa playa… ¡ahora que
pienso! tal vez no fuese allí. Al conocernos en este lado y descubrirnos más a
fondo, he ido recordando ciertas cosillas que me lo anunciaban, que no las
quería ver ni escuchar. Pensamientos, miradas que voy recordando en este blog,
como esta que viví meses antes, un mediodía de junio, en una cala de un pueblo
de la costa alicantina, donde presencié por primera vez una escena de sexo
entre dos hombres que me hizo pensar un tanto.
Cala La Solsida |
Fue también de lo más inesperado. En realidad,
acompañé a un familiar a realizar unas gestiones, y en la espera, decidí darme
un baño de mar. Había oído hablar de que había una cala nudista, y como
practico el nudismo siempre que puedo, pues me persuadí a mí mismo para
acercarme a ver qué tal era. Costó llegar, aparque el coche y camine un trecho.
Mereció la pena, es una cala pequeñita pero muy bonita, y con unas aguas muy
transparentes.
Al acercarme había dos hombres y una
mujer bañándose desnudos. Más allá un chico tomaba el sol tumbado sobre una roca
plana, y otro con el pelo decolorado paseaba por la pequeña orilla. Busqué un
sitio donde acomodarme, dejé mis cosas, extendí la toalla y me desnudé para
tomar el sol.
Poco tiempo más tarde, los bañistas
salieron del agua, se secaron y marcharon. Nos quedamos tres hombres allí
solos, disfrutando de las caricias del sol. Pero como el del pelo decolorado no
paraba de mirar buscando mi correspondencia, y el chico parecía dormido, me
puse nervioso y decidí irme a nadar. He de aclarar que en aquel tiempo desconocía
que algunos hombres van a las playas nudistas a buscar plan, y claro yo no
entendía esa fijación en estar mirándome sin parar.
El agua me refresco y puso en este caso
cierta distancia. Estaba nadando en total libertad, sintiendo como acariciaba
cada poro de mi piel, como mi polla se balanceaba agasajada por su humedad, y
me zambullí para gozarla completamente. Es lo que más me gusta bucear desnudo,
es como sentir la llegada del placer en cada momento.
Al salir a la superficie, miré hacía la
cala, y vislumbre a un hombre que se acercaba vestido con un pantalón vaquero y
un polo, y me extraño un tanto que no llevase toalla, pero enseguida pensé, y
para que la quiere, se baña en pelotas y se seca al sol. ¡Para que más! En esas
veo que se le acerca el rubio decolorado y llevándose el puño a la boca le hace
un gesto rítmico de arriba y abajo. El otro asiente con la cabeza, se apoya en
la pared del acantilado y se baja el pantalón.
Paso todo tan rápido, que si me miran en
aquel preciso momento se asustan al ver mi cara, que era toda una mueca de
incredulidad, sorpresa y asombro. Y he de reconocer que también con un tanto de
repugnancia ante lo que veía. Pero curiosamente no podía apartar la vista, estaba
como hipnotizado al ver la polla de aquel tío plantando bandera.
El rubio se acerca, le coge la polla, la
acaricia y comienza a hacerle una mamada de impresión, como gemía el tío, sin
importarles que hubiera dos personas más allí. El otro hombre que tomaba el
sol, se irguio, echo una mirada y volvio a tumbarse despreocupado. Estaría ya
acostumbrado a ver escenas de ese tipo. Pero yo me quedé con los ojos como
platos, no daba crédito a lo que veía, y no me parecía nada bien. Pero mi polla
pensaba de otra forma, y la notaba dura, muy dura. Tanto, que sin darme cuenta
comencé a acariciarla lentamente. ¡Uff!!, hacía tiempo que no tenía tanto
placer en solitario.
En esto que acabaron. El uno se subió
los pantalones, y sin mediar ni una sola palabra en todo el tiempo se marchó.
El otro se acercó a la orilla para limpiarse con el agua de mar y se sentó en
el rompiente de las olas. Yo seguía con las caricias. No podía quitar de mi
mente aquellas imágenes.
Cuando paso el calentón. Me avergoncé de
mí mismo. Nade un poco para relajarme, cuando en realidad estaba nadando para
hacerme el despistado, como si no hubiese visto nada. Pero él dador de placer
se había dado cuenta, y al salir me hizo, desde la distancia, el mismo signo
con el puño. Me sonrojé, y aparte la mirada con vergüenza, pues ya supe que me
había visto. De repente el chico que tomaba el sol se incorporó al oír mis
pasos, y volvió a tumbarse, pensé que estaba esperando a alguien. Recogí y me
dispuse a irme con un tembleque casi ingenuo.
Para salir hacía el coche era preciso
pasar por el lado del rubio, que me siguió con la mirada. La noté sobre mí, con
hambre de más sexo, pero yo no me atreví a mirar. Estaba confuso, ver una
mamada entre dos tíos me había excitado, pero pensaba que eso no estaba bien.
En mi cabeza no paraba de preguntarme porqué, si yo no me había fijado nunca en
un hombre, si a mí me gustaban las mujeres.
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inmediatamente
Si se te puso dura y no sólo no dejaste de mirar sino que te tocaste mirando la escena, pues...
ResponderEliminarDe todas formas lo entiendo. Ahora, años después, soy consciente de cosas que hace unos años no era capaz de asimilar, cosas que me pasaban, que estaban ahí, pero que yo no quería ver.