martes, 7 de octubre de 2025

EL ECO DE MI INTERIOR




Hace unos días estuve en la playa, en lo que quizás fue mi despedida del verano. El lugar estaba casi vacío, sin voces, sin distracciones. Solo el sonido del mar, el aire tibio y mi cuerpo desnudo. Sentí que era un buen momento para meditar, para encontrarme conmigo mismo desde el silencio exterior de mi piel.


Y entonces, en medio de esa calma, me descubrí pensando en ella. En mi mujer. En todo lo que somos y lo que hemos construido juntos. Y desde el corazón, casi sin pensarlo, le dije en silencio: te quiero.

Debo recapitular. Desde hace meses hay algo dentro de mí que no me deja en paz, una voz que me susurra que deje estas redes sociales, que apague el ruido del deseo masculino, que me acerque más a ella, que la mime, que la escuche de verdad. A veces siento que pierdo el tiempo escribiendo en el blog o en Facebook e Instagram, buscando respuestas en palabras que se disuelven entre pantallas … en mensajes de hombres que quieren conocerme buscando algo más que unas palabras escritas, deseando algo más de lo que yo quiero, y por lo tanto, puedo ofrecer.

Y ahí es donde me quiebro. No porque lo busque, sino porque me hace pensar. Porque me enfrenta con partes de mí. Sería tan fácil si las cosas fueran claras, si pudiera encajar en una sola palabra, en una sola certeza. Pero no puedo. No soy solo una cosa, ni una versión fija de mí mismo.

Hoy, solo quiero no sentirme culpable por ser quien soy. Quiero seguir amando, sin esconderme tanto de mí mismo. Quiero que ella sepa -aunque nunca lo diga del todo- que mi amor por ella es real, incluso cuando mi alma se llena de dudas.

1 comentario:

Gracias por compartir este viaje

EL ECO DE MI INTERIOR

Hace unos días estuve en la playa, en lo que quizás fue mi despedida del verano. El lugar estaba casi vacío, sin voces, sin distracciones. S...