Hace calor. Días templados que parecen anunciar
la primavera y no el otoño. Hace calor. Tanto, que he decidido ir a la playa
para gozar de la libertad en cuerpo y mente. Porque cuando voy a la playa no
solo dejo en libertad a mi cuerpo para que el sol lo acaricie entre espumas de
sal y agua, también dejo vaciar mi mente para llenarla de soplos de vida.
No sé a vosotros, pero me encanta llegar, buscar
un sitio apropiado e iniciar el ritual playero. Primero me descalzo, clavo la
sombrilla en la arena y dejo la mochila a la sombra para que el agua no se
caliente. Extiendo la toalla según la hora solar y, entonces viene lo mejor,
quitarse la camiseta y por último el pantalón corto o bañador. Es el momento
más mágico del día, o al menos para mí. Es sentir la auténtica sensación de
libertad. Liberarse de la opresión de la ropa. Sentirse
todos por igual, sin ropa que nos pueda identificar por una marca, un color o
una moda.
Al igual que me gusta ese momento en mí, he de
reconocer que en ocasiones me atrae mirar a los demás cómo se comportan en ese
preciso instante. Intento adivinar si llevan ropa interior o que se van a
quitar primero. Pero lo mejor es cuando se llevan las manos a la cintura y
¡zas! bañador, boxer, slip…. se deslizan con precisión hacía la arena, salvados
de su contacto por unas manos hábiles que lo rescatan, doblan y guardan en las mochilas o
bolsas de playa. El cuerpo se libera de toda trampa textil para sentirse en
plenitud.
Por ahora, ese momento no ha ido más allá, es decir,
nunca me ha excitado verlo o he pensado en algo más que no sea lo que os he
contado. Algún día puede que me turbe mirar a alguien, que me guste más el goce
del cuerpo desnudo que el del momento de la liberación. Quien
sabe, pero… ¡para que poner pensamiento donde no hay intención!
Me gusta el momento bañador fuera. Esta mañana
lo he hecho en la playa para mi goce. Si a alguno le ha gustado mi momento, me
alegro haberlo compartido con él.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor
por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia.
En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará
inmediatamente
Es mi misma forma de actuar, en el momento de liberarte de la ropa, y la misma curiosidad por ver como lo hace el que llega, lo sigues con la mirada disimuladamente, ¿se quitará el bañador si o no?, es el momento curiosidad, no de deseo, es ver la naturalidad de hacerlo de quitarse la última prenda sin más...
ResponderEliminarAsí es, casi como un ritual, porque los hay que van a una playa nudista y no se quitan el bañador. Y por supuesto cada uno cumplimos con ese ritual de una forma distinta. Los hay con prisas por liberarse, otros lo hacen sentados en la toalla como con cierta vergüenza, y algunos con afán de mostrarse. Todo un mundo de gestos que se muestran en la playa sin más.
EliminarA mí también me encanta ese momento, justo en el que la brisa marina roza con tus partes más íntimas.
ResponderEliminarY me encanta también la primera foto que has puesto, ayjesúsmaríayjoséeeee qué chulángano.
Entonces compartimos las sensaciones que produce ese momento, que son maravillosamente maravillosas.
EliminarY me encanta que te ponga el chulángano, jajajjaja, me gusta esa palabreja.
El culo del hombre de la foto es una belleza
ResponderEliminarEsplendido como dos lunas llenas!!!
EliminarEstar desnudo es la mayor sensación de libertad que se puede tener y disfrutar la desnudez de otros lleva esa sensación al máximo del placer
ResponderEliminarAsí es amigo, no solo se disfruta de la propia desnudez sino también de la de los otros. Un abrazo.
Eliminar