Anoche te soñé conmigo. Ardían tus ojos tanto como los míos. Fuego de amor que encendió los cuerpos de ansiado placer.
Desatados en lujurias éramos como corceles galopando al viento entre cabriolas y brincos. Me dejaste entrar para ser uno, moviéndonos entre regocijados cielos y el retumbar de los gemidos. Grito el trueno al derramarnos sobre tu amada piel, fundiéndonos en el sortilegio de tus oscuros ojos.
Anoche te soñé unido a mí sin fin. Almas y cuerpos floreciendo en encontradas corolas llenas de vida.
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Exquisito, Germán.
ResponderEliminarComo siempre, celebro que nos regales estas entradas tan poéticas.
Saludos.
_Marcos.
Gracias Marcos por tus palabras, a mi me gusta crearlas aunque pensaba que ya no eran del agrado de los viajeros. Un abrazo
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