La anunciada dana ha dejado un cielo gris, desapacible y con ganas de lluvia. Tras un verano tan irregular, esta mañana ha sido el primer día que me he puesto ropa tras levantarme de la cama. He caído en la cuenta de que me he pasado casi todo el verano desnudo.
Los que viajáis conmigo sabéis que me gusta el nudismo, pero nunca pensé que tendría la oportunidad de disfrutarlo con tanta intensidad como lo he hecho este verano. En realidad, he normalizado la desnudez al cocinar, fregar los platos o poner el lavavajillas, lavar la ropa, tender, planchar. limpiar la casa, leer, ver la televisión e incluso escribir.
Duermo desnudo desde siempre, me encanta, pero está vez he hecho vida al natural. Un placer para los sentidos. Lástima que vaya llegando el tiempo de cubrirse con capas de telas. Aunque en realidad lo esté deseando pues ello será la señal de que mi mujer está de vuelta en casa.
Cuidaros amigos, esta pesadilla aún no ha acabado.



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