Pasan
los meses a tanta velocidad que muchas veces creo que vivo en un suspiro, como
si existiese en el mismo aire rodeado de satisfechas nubes y cielos esponjosos,
en un sinfín de deseadas sensaciones.
El verano
ya se va difuminando en días de placido sol, y es que el otoño meteorológico
comenzó el día 1 de septiembre. Muchos aprovechan estos días para organizar
planes programando el nuevo curso de vida. En mi caso prefiero tan solo vivir.
Que todo fluya.
Este
año he decidido no organizar nada, solo transportarme en el jubilo de sentirme
vivo, de estar en el presente, de hallar mi espíritu.
Tras
desprenderme de pesadas cargas, al fin he conseguido tener libre la puerta de
mi vida. Ya no me castigo en sensaciones encontradas, acepto como soy y lo
disfruto soberano, reparado, reforzado.
Después
de años de sufrimiento vuelvo a ser el hombre que era. Aquel que cada día
crecía en felicidad y optimismo. Soy que el que soy. El que vive saltando con
placidez entre nubes de algodón.
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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor
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