jueves, 16 de octubre de 2014

Búscame en la calle de la Luna



Búscame ahora que la tarde cae en sí misma, somnolienta, perezosa, descuidada, arrojada en los autores de lo oculto. Estoy donde siempre, sentado en el café de la calle Luna, salpicado de frescas notas que me dejan ausente de mente. Me reconocerás inmediatamente, porque mis ojos solo ven pasar las gentes buscando un alma sana con la que crecer el alma.




De entre ellos veo pasar a un hombre que sabe vivir, que no se deja engañar por las apariencias o por las palabras. Da unos dubitativos pasos que me rebasan. Se detiene, busca un sitio y asienta su alma bebiendo café a sorbos, observando todo como cómplice de la caída tarde.

Nuestros ojos se cruzan, se estacionan en el otro. Parece que estamos ociosos, pero son las encendidas miradas de la brevedad las que nos atenazan. Sonreímos favoreciendo las disensiones. Me habla de la vida, de mares que son nuestros, de lugares que cambiamos por otros. Le hablo de aguas que son júbilo, de tierras que son impulso de la existencia. Meditamos con las mismas palabras abriéndonos al instante de lo íntimo para deleitarnos con el valor de lo humano.

Hablamos así desde el complacido tiempo, hasta que las saetas se cruzan en la hora señalada. Al despedirme insiste en acompañarme hasta la puerta. Elevamos nuevas palabras en el espacio de la calle a la par que nuestros pasos acortan distancias anunciando el final. Las puertas están cerradas. Bastaría un abrazo para abrirlas de par en par. Un simple apretón de manos las mantiene cerradas, mientras observo como su presencia se pierde en el silencio de la noche.

Caído sobre la cama, lamento amontonar una vez más mis miedos, no haber abierto las puertas para que una caricia suya saciara mi sed.


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5 comentarios:

  1. Que bonito encuentro.
    A veces no se sabe que es peor, si abrir las puertas y equivocarse o dejarlas cerradas y quedarse para siempre pensando sobre lo que pudo ser y no fue...
    Abrazos, amigo.

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    1. Me has hecho estar allí, espectador en la mesa de al lado, mientras lo leía, observándoos a los dos. Incluso he llegado a captar el aroma de esos cafés. La duda, el eterno miedo a lo que pueda pasar tanto si damos el paso como si no lo hacemos. ¡Buf, qué maldita carga! Y cuánta razón tiene Un-ángel. En cualquier caso, Germán, lo describes con tanta viveza que al menos te quedan esas sensaciones. ¿Qué es lo que pudo pasar y no llegó a ocurrir? ¡Qué más da! Como se dice con frecuencia, a veces es más sugerente "la ropa interior" que "la desnudez" pura y dura que se oculta debajo.

      Salud a todos!

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    2. Amigos, ahí esta la cuestión, que en esta ocasión pienso demasiadas veces que debí dejarlas abiertas.

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  2. Puede una mirada decir mas que cualquier frase? supongo que en ocasiones sobran las palabras.

    Buenas noches.

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    1. Estas en lo cierto, en muchas ocasiones puede más una mirada que las palabras, y esa mirada me dijo mucho, y todo bonito, ¿porqué me haría el sordo?

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