Desde el mismo día que inicié este
inesperado viaje tengo un cómplice. Un confidente callado, discreto, silencioso
de los que nunca van a contar nada. Esta tarde he estado con él, sorbiendo su
mirada.
Como siempre que acudo a su lado, me
quedo quieto, contemplándole primero, hablándole después. Me escucha en
silencio, aunque a veces esté enfadado conmigo y me salpica con su fuerte y
altiva verborrea. Hoy estaba un poco revuelto, no se sentía bien, tenía
espasmos por el frío y el viento, pero me escuchó como siempre.
Cuando
enmudecieron mis labios, me sonrío mostrando sus blancos dientes. Tan blancos
como la espuma del mar, tan tiernos como el agua que calma la sed. Entonces,
sus húmedas manos acariciaron mi rostro, calmando mi interior. Las yemas de sus
dedos me halagaron con pequeñas gotitas de agua sopladas por la brisa. Solo,
dejando vacía la mente de todo, esta tarde he sido feliz junto a mi eterno
cómplice, el mar.
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Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará inmediatamente
y que con sus olas acaricien tu piel y al retornar su salado fluir, se lleve y engulla lo negativo.... tengo suerte de vivir cerca del océano.... besos :-*
ResponderEliminarsi, tenemos suerte de vivir cerca del mar y sentirlo en todo momento
EliminarTodos tenemos ese amigo silencioso y discreto que nos escucha, y aunque el mío no es el mismo, tengo que reconocer que cuando voy a visitarlo en los días que mas solo esta, el me lo agradece dándome mucha paz interior..... Desde aqui le doy gracias a tu amigo.
ResponderEliminarY yo le doy gracias al tuyo, que nunca nos fallan
EliminarEl mar, la mar no tiene sexo definido, es todo en uno, el mar, la mar siempre es un, una aliada dispuesto, dispuesta a ser cómplice de unos y otras.
ResponderEliminarSomos muchos los que nos acercamos a su espacio de agua para renacer entre sus gotas de vida.
EliminarNo sé qué tendrá el mar que es tan atrayente, y más para los que somos de interior como yo.
ResponderEliminarHola Germán. He sido el último en llegar y me he perdido gran parte de tu viaje, o sería mejor decir, lo he andando sólo sin ti y acompañado de otros amigos hasta confluir contigo en este lugar. Por este motivo y porque me gusta lo que escribes y compartes, he decidido emprender este viaje siguiendo tus huellas y compartir también lo que siento y mi modo de ver la vida.
ResponderEliminarTambién me serena contemplar el mar, o el firmamento, o cualquier otro hermoso paraje natural. En esos momentos regreso a mi verdadero hogar, más allá del mundo que puedo percibir con mis sentidos físicos, se acalla mi mente inquieta y me siento grande y completo. Por instantes olvido mis necesidades, mis miedos y prejuicios, y siento alegría de ser quien soy, aunque no sea capaz de describirlo con palabras. Somos vida con deseo de vivir, ocupando nuestro lugar por derecho propio, siendo como somos sin nada que cambiar.
Nuestro hermoso mar nos despoja de lo que no somos y se lleva a las profundidades el miedo a sentir diferente. Desnudos ante el mar no hay nada que se pueda ocultar.
Hola amigo. La naturaleza nos ayuda a comprender, a entender la sabieza de la vida. A mi me ayuda mucho un paseo por la montaña o acercarme al mar. Ambos me dan energía, me ayudan a que mi camino sea claro, libre. Me alegra compartir contigo las mismas ganas de ser y sentir. Un fuerte abrazo.
EliminarQué hermosa manera de expresar lo que podemos sentir acompañados del mar
ResponderEliminarEl mar es mucho más que agua salada, es fuente de vida, de mi vida. Un abrazo.
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