Hoy he leído un comentario en el blog que me ha hecho recordar por qué empecé a escribir aquí. Dice: No lo dejes, no te imaginas lo que ha sido para mí tu blog.
Esas palabras han llegado justo donde tienen que llegar, al alma. Lo confieso: más de una vez he tenido la tentación de parar. No siempre es fácil hablar de la bisexualidad siendo un hombre casado con una mujer. No es fácil gestionar las dudas, las contradicciones, los miedos, y mucho menos exponerlos públicamente. A veces me pregunto si tiene sentido seguir escribiendo, si alguien realmente encuentra algo útil entre estas líneas que voy dejando.
Vosotros lo sabéis tan bien como yo, no siempre es cómodo caminar por un hilo fino entre lo que deseamos y lo que podemos nombrar, entre la piel que nos llama y la vida que hemos construido, entre la libertad que anhelamos y el miedo a romper algo que amamos profundamente.
Hay días en los que me pregunto si tiene sentido seguir compartiendo todo esto aquí. Si alguien realmente entiende esa mezcla de vértigo y deseo que a veces sube como un latido inesperado. Ese cosquilleo que no se elige. Esa nostalgia por algo que no siempre se vive. Esa tensión silenciosa entre la lealtad, el cariño, la atracción y la identidad.
Y entonces llega un comentario así, y me desarma. Me recuerda que, aunque este espacio nació para ordenar mis propias ideas y aliviar mis propios nudos, también se ha convertido en compañía para otros que están viviendo historias parecidas. Que hay otros hombres que también se despiertan con emociones contradictorias, con fantasías que intentan ordenar, que llevan años guardándose preguntas. Hombres que aman a sus esposas, que valoran su vida familiar, pero que también sienten un deseo real hacia otros hombres. Y que a veces no saben dónde poner todo eso sin que duela, sin romperse.
Saber que lo que escribo le ha servido a alguien, me hace sentir menos solo. Me ha hecho recordar por qué este espacio existe: porque necesitamos lugares donde podamos respirar con todas nuestras capas, sin pedir perdón por sentir.
Gracias a quién escribió ese comentario, y a quienes leen en silencio. Gracias por recordarme que abrirme aquí tiene sentido, que mis dudas, mis deseos y mis contradicciones no van al vacío. Que este camino, tan íntimo y tan lleno de tonalidades, merece ser contado.
No sé si este blog seguirá igual, ni cuánto más durará, pero sí sé que hoy me habéis recordado que no estoy hablando al vacío. Y que, quizá, no estoy tan solo como a veces pienso.
Las fotografías proceden de Internet, y no se cita al autor por no indicarse en el lugar de origen su autoría y procedencia. En caso de incumplimiento involuntario de algún derecho se retirará

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por compartir este viaje