Dice el refranero que cuando marzo mayea, mayo marcea, y este año no va nada desencadenada la cosa. Marzo llego con “caloret” y abril con altas temperaturas. Se abrieron las piscinas y guardó la ropa de abrigo. Seguía sin llegar la necesaria lluvia y en los campos no crecían las cosechas. La gente ansiaba la lluvia, hasta hubo procesiones y rogativas, y tal como señalaron las cabañuelas en el mes de agosto del 2022 (ancestral predicción meteorológica que siguen los agricultores) han llegado las lluvias en mayo.
Ahora que llueve hay quien se queja porque ha tenido que volver a sacar la ropa de abrigo por la bajada de temperaturas. Es el momento de los resfriados y las interminables quejas.
Aquí no las hay, porque, aunque apetece tomar el sol, estar en la playa, apropiarse del tiempo y mirar el horizonte sin prisas, bienvenida sea la lluvia que nos nutre y alimenta.