Julio se va entre calores profundos y sueños incumplidos. Había puesto tantas esperanzas en sus días de verano que me siento un tanto abatido ante la incertidumbre del mañana. Han sido momentos de reflexión, de examen y abstracción que quemaban como ardientes ascuas.
Momentos en los que uno se pregunta, se cuestiona, se analiza, se desraíza y abandona a la incertidumbre de la historia. Así, entre tanta angustia, nace la paz de la respuesta. Una sola que es más grande que una montaña, que el universo entero y que no vemos cuando no miramos con los ojos del yo soy. Sí, no hay más respuesta que el vivir el hoy, el presente. El ser. Estar con ganas, con pasión, sorbiendo ese rayo de sol que nos hipnotiza, la brisa que nos refresca, la cerveza con el amigo que nos alienta, soñando con lucidez, aunque solo tengamos el cielo como amparo.
El mañana solo existe en cada amanecer, en el presente del instante, en el pensamiento del que no vive. El hoy es el que nos da la fortaleza de la existencia. Quiero vivir sin más, disfrutando de cada uno de mis soplos con la pasión que me da la vida.
Sed felices en cada lapso, que esta pandemia no os quite vuestra esencia. Con mascarilla o sin mascarilla la vida es igual de bella.
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