Abril se va sin apenas sentirlo. No ha habido tiempo para más. Los ritos han sido cambiados por otros. Las nostalgias se han venido a vivir conmigo.
En todo el mes solo he salido de casa una vez para ir al supermercado y la panadería. Me he encerrado en mi hogar haciéndolo más mío que nunca. La casa y yo nos hablamos desde los silencios, aunque alguna que otra vez, me ha oído razonar alto. Es una forma de darse ánimos, de decirse a uno mismo, ¡adelante!
Lo curioso es que no me he sentido solo. Han pasado treinta días como si fuera uno. Unos días en los que he viajado con vosotros por medio mundo. Un mundo confinado en casa o aletargado en su destino.
El blog me dice que viajo asiduamente recorriendo mi país, España, y muchas veces por EE UU, Argentina, Francia, México, Alemania, Suiza, Brasil, Reino Unido y Canadá, también me susurra que he viajado por Japón, India, Grecia, Dinamarca, Austria, Holanda, Italia, Venezuela y Colombia. Además, comenta que me he perdido en otros países que no salen en sus mapas, pero que yo sé que están ahí. Para vuestra tranquilidad desconozco ubicaciones y quien está al otro lado. Solo conozco la de aquellos que me escribís o compartís esos datos con todos los que viajamos juntos. La complicidad es la base de nuestro viaje.
Ya veis que teniéndoos a vosotros no podía sentirme solo. Este viaje es mucho más que un viaje, son nuestras emociones, sensaciones y sentimientos. Son vidas de un lado que no dejan de sentir su espacio en su otro sitio. Y aunque solo os puedo entregar la sonrisa de mis ojos y mi abierta mano, si puedo deciros gracias por ser y estar. Abrazos y besos viajeros del mundo.
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