El otro día un amigo de viaje me
decía que nuestra vida acusa la soledad, que aunque estemos acompañados,
siempre hay una parte de nosotros que jamás está llena, como un puzzle sin completar,
a falta de una pieza. Decía que podemos pintarla, recomponerla, recortarla,
acoplarla, pero ¡nunca!, ¡nunca!!!.... se rellenará como es debido, pues esa
pieza está perdida. Apuntaba que la falta de esa pieza es la que imprime esa
nubecilla de pena a su ser, aún estando pletórico de felicidad.
En realidad, montar el puzzle de
tu vida puede ser más o menos complicado, teniendo en cuenta el número de
piezas en los que la hemos cercenado. Ahí radica todo, en que recortamos la
vida una y otra vez sin ser plenamente conscientes que nunca debíamos hacerlo,
pues es fácil perder una o varias de las piezas cortadas.
¿Por qué dividir en piezas de un
puzzle lo que debía ser una imagen indivisible, sin cortes o fisuras? ¿Porqué
no vivir tal como sentimos? Si lo hacemos desde el alma se hará feliz. Porqué
como dice Séneca: Se apoya en cosas
frágiles el que se alegra de lo que de fuera le llega. El gozo que entró
volverá a salir. Pero aquel que nace de uno mismo es constante y firme, crece y
prosigue hasta el final…
La vida, nuestra vida, nos
pertenece por derecho propio. Es nuestra y debemos vivirla, gozarla,
disfrutarla, saborearla en su integridad. En mi caso estoy trabajando en mi
camino interior, sanando todo aquello que cercena mi vida. Con mucho esfuerzo y
dedicación he conseguido que esas piezas del puzzle se reduzcan a dos, y voy
viendo como la línea que las separa se va diluyendo, encontrándome a mi mismo
como el todo que hay en mi.
Se que no es fácil, pero se
puede. La meditación, el yoga, los paseos por el monte, la brisa de la playa,
la familia y los amigos, recuperar mis aficiones de antaño, pero sobre todo mu
mujer, van ayudándome en recomponer mi vida. Venimos a este mundo con un plan
trazado que vamos perdiendo de la memoria a medida que dejamos la infancia para
adentrarnos en ser adultos. Interiorizando podemos recuperarlo y ser plenamente
felices, dejando atrás los artificios que creemos que nos van a ayudar en ello,
y que en realidad nos hunden en el abismo mas inyecto.
En nuestras manos tenemos el estar vivos, no dejemos de caminar en ese sentido. Hoy te invito a que coloques las piezas que tienes en tus manos, a que me acompañes en ese viaje, tan necesario para que seamos felices.
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