Estos días me ha dado por repasar y repensar que vivo en dos mundos paralelos que son como realidades relativamente independientes y que además influyen el uno en el otro. No puedo vivir sin los dos, aunque en ocasiones se hace lacerante vivir con ambos.
En uno de mis mundos vivo el día a día con la mujer amada, compartiendo ilusiones, sueños y proyectos. En el otro anhelo el abrazo de un hombre entre ensueños, deseos y fantasías. Dos mundos que discurren por el poder del amor y que nunca se intersectan. Un poder del amor que nace de mí mismo, de la magnificencia que he aprendido de la vida.
Sé que en estos momentos no pueden converger, no pueden unirse pues si lo hiciesen chisporrotearían, explotando en mil representaciones no deseadas. Es la parte más amarga de sentirse en plenitud. Lo acepto porque forma parte de mí, porque aceptando desaparecen carencias y negaciones, siendo el único medio de sentirme un hombre íntegro y un poco más feliz. Como dijo Platón "el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar"
Vivir en mundos paralelos no significa andar en uno o en otro, la verdad está en habitar ambos sin dejar de vivir en nosotros. Hazlo, aunque te sientas del revés, destrozado, ansioso o sin saber qué hacer. Solo tienes que asir tu vida con fuerza y vivirla con ganas. Es la única que tienes, no la dejes escapar.
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