Desde que me sumergí en este mundo de percepciones, el miedo me ha acompañado cada día. Es inevitable sentirlo cuando quedas a tomar un primer café o acuerdas un encuentro hacía lo desconocido, incluso cuando te piden una foto para conocerte, ya que nunca sabes cual va a ser el resultado.
Nervios, cosquilleo en el estomago y al encontrarse ya sabes más que menos que va a pasar. Pocas veces he dado el paso, pero si me atrevo a darlo el miedo me acompaña en todo momento. Miedo a que me vean con alguien que acabo de conocer, miedo a decepcionar, miedo a dejarme llevar, a sentir, a gozar. ¡Si! Hay tantos miedos que no hay entrega, y más por unos miedos que rayan en lo primitivo. Pero por encima de todos los miedos sobresale el de las enfermedades de transmisión sexual. Es el que me ha costado más superar.
Ahora ya no me acompañan tantos. Estar informado es necesario para rehuir a la mayoría de esos miedos. Desde la aceptación asumo los riesgos para ser yo, pero también asumo tomar medidas de protección, aunque en realidad no me hacen mucha falta ya que desde hace años no suelo quedar con nadie, y si lo hago es para tomar un café. Mmmm… para seros del todo sincero, he de confesar que con ese café siempre va la esperanza de encontrar al hombre de mis abrazos.
Desterremos los miedos, vayamos solo con la prudencia y la prevención. La vida es una y hay que vivirla.
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