Escribo sobre mis momentos, vivencias o sentimientos, de lo que vivo o anhelo, de lo que me gustaría y de cómo es la realidad que me envuelve. Pero, no solo hablo de mí. Este viaje es compartido con cientos de viajeros, por tanto, no os puedo dejar a un lado, por lo que una palabra vuestra, un sentir, una situación que me transmitís, inspira muchos de mis escritos. En realidad, vivimos situaciones que nos son comunes.
Esta semana he estado solo en casa, mi mujer volvió anoche de un viaje de trabajo, y he tenido libertad de escribir y vivir y soñar con amigos de Chile y Argentina, Pakistán y México, de Zaragoza, Huelva, Madrid, Pamplona, Cádiz y Valencia. Con unos he estado hablando mucho tiempo, con otros he intercambiado tan solo cortos mensajes. He compartido maravillosos momentos con unos y con otros, y con todos vosotros. Una vez más, me reafirmo ¡Somos!
El deseo, los sueños, la sexualidad, no entiende de razas, idiomas o distancias. Somos hombres que sentimos, que anhelamos, que necesitamos una caricia, un beso o una palabra de otro hombre. Precisamos momentos que nos llenan y permiten que la vida sea mucho más dichosa.
Somos capaces de recorrer cientos de kilómetros por conocer, por estar, por compartir miradas con aquel del que supimos un día por las redes sociales, ilusionándonos, devolviéndonos la esperanza en un camino compartido, y como no, soñar con cruzar mares y continentes por tomarse una cerveza sumergidos en el agua de los afectos.
Y aunque somos hombres que se erizan con la dureza de nuestra fuerza, la sensibilidad de la piel o la pasión de un beso, somos capaces de hablar por teléfono de nuestras inquietudes durante horas, escribir bellos mensajes que llegan al alma, y estar pendientes del otro como el amigo que tiende la mano al que la necesita. No es preciso hablar de apetencias sexuales para sentirnos copartícipes de otras vidas.
Así somos, y así seguimos siendo, hombres llenos de miedos, amando a nuestra familia y con la gana de tener un amigo que nos aliente y le podamos alentar.
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Que sabias y hermosas palabras Germán. No puedo más que sentirme identificado con ellas. Ese deseo de sentir una caricia,un beso o unas palabras de otro hombre sin olvidar la familia, al menos en mi me veo reflejado. Es un balsamo leerte. Un beso para tí German.
ResponderEliminarGracias a ti, Jordi, por formar parte de este viaje. Sentiros cerca forma parte de ese bálsamo al que tu te refieres. Las palabras que dejáis aquí son como una caricia en la piel. Un abrazo.
EliminarSiempre Germán logras expresar con palabras magistrales los pensamientos que muchos o la gran mayoría de los que navegamos por aquí, sentimos, deseamos, vivimos... Gracias por ír compartiendo con nosotros y en cada reflexión ir dejándonos energizados para seguir viviendo y disfrutando sin culpas esta travesía... a veces calma,.a veces tormentosa... pero gratificante sin lugar a dudas. Un abrazo.
ResponderEliminarGratificante travesía a pesar de todo, y cómo es la nuestra ha de ser lo mejor posible. Gracias amigo por tus palabras, ayudan a seguir en la travesía. Un abrazo.
EliminarGracias por expresar tantos sentimientos comunes en esta entrada. Yo me reconozco en las situaciones que describes y es un honor ser parte de este blog a través de ti. Es verdad que somos pero, en demasiadas ocasiones, somos en soledad. Por eso cuando nos encontramos con otros el alma se conmueve y el cuerpo se despierta. Es en ese momento cuando nos sentimos plenos, cuando sabemos que es ahí a donde queríamos llegar. Un beso y un abrazo.
ResponderEliminarCierto que somos en soledad muchas veces, pero en esos momentos también me siento pleno cuando mi mente acoge vuestras palabras, sentimientos y presencia emocional. En soledad somos, más que nunca si una sonrisa se dibuja en tu preciosa boca. Un abrazo.
EliminarHola Germán. Te he escrito un par de veces y aun que la vida en su afán me aleja del blog, siempre es grato regresar. Gracias por seguir. Comparto tus ideas y es fantastico encontrar otros seres humanos que viven y piensan igual. Un abrazo
ResponderEliminarLa vida nos aleja y nos acerca según propias circunstancias en las que los miedos y las precauciones tienen un papel muy importante, o al menos es lo que me pasa a mí. Solo puedo escribir cuando en mi soledad encuentro un hueco y a veces cuesta encontrarlo, pero como tu bien dices volvemos, y el reencuentro es grato. Un abrazo.
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